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EL TRIUNFO DE JESÚS Y DE LOS MÁRTIRES DE HOY

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Ayer, 29 de mayo de 2016, a las 8 de la tarde se iluminó la Fontana di Trevi, en Roma, como homenaje y recuerdo a los miles de cristianos martirizados y perseguidos en nuestro tiempo. Mientras escuchaba las diversas intervenciones, me preguntaba qué dirían las lecturas de la fiesta de hoy a esos hermanos y hermanas nuestras que se juegan la vida cada vez que acuden a la celebración de la eucaristía.

Ante todo, la Ascensión, fiesta que celebra el triunfo de Jesús, les puede recordar la ascensión de tantos familiares y amigos muertos, a los que ya no pueden ver, pero que han triunfado y siguen estando muy presentes. En segundo lugar, que la persecución y la muerte no pueden encerrarlos en sus casas muertos de miedo; deben animarse, recordando que a los primeros discípulos la pasión y muerte de Jesús los impulsó a predicar el evangelio al mundo entero. Por último, pedir esa “fuerza de lo alto”, la fuerza del Espíritu, que Jesús les promete.

Una sola cadena de televisión con dos visiones muy distintas

Los dos textos principales de la misa de hoy (Hechos de los Apóstoles y evangelio de Lucas) se prestan a una interpretación muy simplista, como si el monte de los Olivos fuese una especie de Cabo Cañaveral desde el que Jesús sube al cielo como un cohete. Cualquier cadena de televisión que hubiera filmado el acontecimiento habría ofrecido la misma noticia, aunque hubiera variado el encuadre de las cámaras.

En este caso solo hay presente una cadena de televisión: la de Lucas. A los otros evangelistas parece no haberles interesado la noticia. Pero Lucas ha elaborado dos programas sobre la Ascensión, uno en el evangelio y otro en los Hechos, y cuenta lo ocurrido de manera muy distinta, con notables diferencias. Eso demuestra que para él lo importante no es el hecho histórico sino el mensaje que desea transmitir. Tanto el evangelio como Hechos podemos dividirlos en dos partes: las palabras de despedida de Jesús y la ascensión. Para no alargarme, omito la introducción al libro de los Hechos.

Palabras de despedida de Jesús

En el evangelio, Jesús dice a los discípulos que su pasión, muerte y resurrección estaban anunciadas en las Escrituras. Lo ocurrido no debe escandalizarlos ni hacerles perder la fe. Todo lo contrario: deben predicar la penitencia y el perdón a todos los pueblos. Para llevar a cabo esa misión necesitan la fuerza del Espíritu Santo, que deben esperar en Jerusalén.

En el libro de los Hechos se repite lo esencial, esperar al Espíritu Santo, pero se añaden dos temas: la preocupación política de los discípulos y la idea de ser testigos de Jesús en todo el mundo (cosa que en el evangelio sólo se insinuaba).

La ascensión: dos relatos muy distintos

· En el Evangelio, Jesús bendice antes de subir al cielo (en Hch, no).

· En Hechos una nube oculta a Jesús (en el evangelio no se menciona la nube).

· En el evangelio, los discípulos se postran (en Hch se quedan mirando al cielo).

· En el evangelio vuelven a Jerusalén; en Hch se les aparecen dos personajes vestidos de blanco.

¿Cuál es el mensaje?

Dadas estas diferencias, ¿cuál es el mensaje que pretende transmitir Lucas?

La explicación hay que buscarla en la línea de la cultura clásica greco-romana, en la que se mueve Lucas y la comunidad para la que él escribe. También en ella hay casos de personajes que, después de su muerte, son glorificados de forma parecida a la de Jesús. Los ejemplos que suelen citarse son los de Hércules, Augusto, Drusila, Claudio, Alejandro Magno y Apolonio de Tiana. Estos ejemplos confirman que los relatos tan escuetos de Lucas no debemos interpretarlos al pie de la letra, como han hecho tantos pintores, sino como una forma de expresar la glorificación de Jesús. El final largo del evangelio de Marcos subraya este aspecto al añadir que, después de la ascensión, Jesús “se sentó a la derecha de Dios”.

Resumen

Ante la ascensión no debemos tener sentimientos de tristeza, de abandono o soledad. Como dice el evangelio, la marcha de Jesús debe provocar una gran alegría y el deseo de bendecir a Dios. Porque lo que celebramos es su triunfo, como demuestran los textos de la cultura greco-romana en los que se inspira Lucas. Me viene la imagen del acto de fin de carrera, cuando el estudiante recibe su diploma y la familia y amigos lo acompañan llenos de alegría.

Al mismo tiempo, las palabras de despedida de Jesús nos recuerdan dos temas capitales: el don del Espíritu Santo, que celebraremos de modo especial el próximo domingo, de Pentecostés, y la misión “hasta el fin del mundo”. Aunque estas palabras se refieren ante todo a la misión de los apóstoles y misioneros, todos nosotros debemos ser testigos de Jesús en cualquier parte del mundo. Para eso necesitamos la fuerza del Espíritu, y eso es lo que tenemos que pedir.

Apéndice: textos de la cultura greco-latina relacionados con la ascensión.

A propósito de Hércules escribe Apolodoro en su Biblioteca Mitológica: “Hércules... se fue al monte Eta, que pertenece a los traquinios, y allí, luego de hacer una pira, subió y ordenó que la encendiesen (...) Mientras se consumía la pira cuenta que una nube se puso debajo, y tronando lo llevó al cielo. Desde entonces alcanzó la inmortalidad...” (II, 159-160).

Suetonio cuenta sobre Augusto: “No faltó tampoco en esta ocasión un expretor que declaró bajo juramento que había visto que la sombra de Augusto, después de la incineración, subía a los cielos” (Vida de los Doce Césares, Augusto, 100).

Drusila, hermana de Calígula, pero tomada por éste como esposa, murió hacia el año 40. Entonces Calígula consagró a su memoria una estatua de oro en el Foro; mandó que la adorasen con el nombre de Pantea y le tributasen los mismos honores que a Venus. El senador Livio Geminio, que afirmó haber presenciado la subida de Drusila al cielo, recibió en premio un millón de sestercios.

De Alejandro Magno escribe el Pseudo Calístenes: “Mientras decía estas y otras muchas cosas Alejandro, se extendió por el aire la tiniebla y apareció una gran estrella descendente del cielo hasta el mar, acompañada por un águila, y la estatua de Babilonia, que llaman de Zeus, se movió. La estrella ascendió de nuevo al cielo y la acompañó el águila. Y al ocultarse la estrella en el cielo, en ese momento se durmió Alejandro en un sueño eterno" (Libro III, 33).

Con respecto a Apolonio de Tiana, cuenta Filóstrato que, según una tradición, fue encadenado en un templo por los guardianes. “Pero él, a medianoche se desató y, tras llamar a quienes lo habían atado, para que no quedara sin testigos su acción, echó a correr hacia las puertas del templo y éstas se abrieron y, al entrar él, las puertas volvieron a su sitio, como si las hubiesen cerrado, y que se oyó un griterío de muchachas que cantaban, y su canto era: Marcha de la tierra, marcha al cielo, marcha” (Vida de Apolonio de Tiana VIII, 30).

Sobre la nube véase también Dionisio de Halicarnaso, Historia antigua de Roma I,77,2: “Y después de decirle esto, [el dios] se envolvió en una nube y, elevándose de la tierra, fue transportado hacia arriba por el aire”.

 

José Luis Sicre

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