¿SIERVOS INÚTILES SOMOS?
Fidel Aizpurúa5 de octubre 2025
Leemos continuamente el evangelio. Hay que intentar leerlo con novedad, no atrapados en una melodía que suena siempre igual.
El texto de hoy nos ha llevado a una humildad, muchas veces falsa, que encuentra su fórmula en la expresión SIERVOS INÚTILES SOMOS. Quizá habría que haber dicho: somos personas dignas, aunque débiles, trataremos de hacer las cosas lo mejor posible. Huyamos de las falsas humildades que, a veces, encierran otras cosas.
Pero quizá el texto no va por ahí. Habla de tener fe siquiera como un grano de mostaza, un poco de fe nueva, la fe de Jesús. Y es posible que se responda: imposible, estamos bajo leyes, costumbres y rutinas que no queremos ni podemos abandonar.
Y ahí llega este texto lleno de retranca e ironía. Mirad lo que hace la ley con vosotros: os explota, os esclaviza y os humilla, os mantiene en la opresión y encierra vuestra dignidad en una cárcel hasta llegar cambiar vuestro yo libre por un yo esclavo. Liberaos de la ley, viene a decir el texto. Es posible construir una fe libre.
¿Cómo vivir hoy una fe libre?
· Cuidado con una fe hecha de rutinas: si la rutina religiosa es tu principal valor, ten cuidado porque puedes terminar haciendo de la rutina la condición central de tu fe.
· Cuidado con una fe que se apoya en las normas: si recurres siempre a las normas cuando hay un conflicto y no al evangelio, tu fe peligra porque puede que la norma se coma al evangelio.
· Cuidado con una que tiene como perspectiva principal el pecado: si no te has liberado de la opresión del pecado y no has gustado la dicha que Jesús propone, tu fe corre el riesgo de vivir siempre en el oscuro túnel de la culpa.
El Papa León en su primera homilía se lamentaba de la pérdida de fe que arrastra consigo la pérdida de valores, de la dignidad y de la solidaridad. Esto es cierto siempre que esa fe sea nueva y liberadora. Si no lo es, verse libre de una fe rutinaria y empobrecida sería una liberación. La fe es como la vida: ha de ser nueva cada día, libre de cualquier yugo que la oprima. Con Jesús, se puede.
Fidel Aizpurúa