RECOGIERON DOCE CESTOS DE TROZOS
Fidel AizpurúaCuando reflexionamos sobre la Palabra, siempre nos descubre algún aspecto nuevo. Así se nutre nuestra espiritualidad.
Concluye el conocido relato llamado de la multiplicación de los panes (en realidad debería llamarse “el milagro del compartir”) con la aseveración de que RECOGIERON DOCE CESTOS DE TROZOS que les habían sobrado después de saciarse. Es la abundancia que brota del compartir no siendo obstáculo la pobreza.
Pero en esta época nuestra, que algunos han calificado como la “era del despilfarro” esas palabras cobran una importancia especial. Despilfarrar alimentos es una iniquidad, algo inaceptable, un pecado de lesa humanidad. ¿Cómo justificar ante los niños de Gaza y sus cazuelas vacías nuestro despilfarro, nuestra inconsciencia al tirar a la basura alimentos buenos? Se mata con bombas y también se mata con descuido.
Por eso, el evangelio nos pide con urgencia:
· Ser cuidadosos con los alimentos: para desechar lo menos posible y reducir esa cifra del 48% de comida que se tira en nuestras casas.
· No malgastar el agua: porque es un bien escaso en muchos lugares y los sedientos nos miran con ojos de extrañeza cuando malgastamos agua sin consideración.
· Cuidar las fuentes de energía: para no usar sino aquello que nos es necesario para una vida humana digna y sensata.
Dice Cercas en su libro sobre el papa Francisco que “antes los creyentes pensábamos que los no creyentes se condenaban por no creer. Pero esto ha dado un cambio tremendo”. No vaya a ser que nos califiquemos de creyentes por tener unas ideas religiosas, pero que no lo seamos en nuestros comportamientos insolidarios.
Hoy también Jesús nos instaría a recoger lo que sobra y, más todavía, a que no sobre nada mientras haya alguien que pasa necesidad. No haríamos nada con leer estos hermosos relatos del evangelio si no sacamos todas las consecuencias que de ellos dimanan. Son las exigencias de una fe madura.
Fidel Aizpurúa Donazar
22 de junio de 2025