Monseñor Angelo Becciu, desde que fuera nuncio, tiene por costumbre invitar a comer en su apartamento a un grupo de sacerdotes romanos. Apenas lo supo el papa se unió 'volentieri'. Estaban invitados entre otros un sacerdote de Caritas, otro empeñado en la pastoral con los gitanos, un sacerdote en silla de ruedas, otro sacerdote que se ocupa en la formación permanente de los jóvenes y otro con minusvalía física que es guía espiritual de otros sacerdotes.

Enrico Feroci de Caritas contó que se sintió como 'portavoz' de todos los pobres de esta ciudad. "Su capacidad de escuchar fue algo fantástico. Algo fuera de la norma: con nosotros reía, explicaba, reflexionaba, y nos daba consejos".

"Todos los sacerdotes estábamos implicados en ayuda social. Le conté de la Cáritas de Roma, de sus 36 comedores y de los centros para madres con los niños. Vi los ojos del papa humedecerse al escuchar la experiencia de quienes trabajan en lo social".

"Al despedirnos nos abrazó uno por uno. Tuve la sensación que en breve vendrá entre los pobres de Roma así como a las comunidades en las parroquias. Lo sentiremos presente en la pastoral de nuestra ciudad".

Entre los presentes estaba también el párroco Mario Pasquale, que tuvo una experiencia en los años setenta como sacerdote obrero, con diversas actividades manuales, como portamaletas en la estación Tiburtina. Don Pasquale le contó al papa que en esos años eran unos 40 sacerdotes los que habían tomado la decisión de vivir con los marginados.

¿Cómo acogió el papa este testimonio? "Estaba muy atento, tuve la sensación de que quería realmente conocerlo. No estaba esperando para decirme lo que él pensaba, me sentí escuchado en mi historia".

"Nos abrazó a cada uno de nosotros como un padre que abraza a su hijo que no ve desde hace años".

Zenit [Jueves 28 de marzo]