En el documental “Amén. El Papa responde”, el papa Francisco hace un acto valiente y evangélico al sentarse a escuchar, sin juzgar, una realidad que incomoda a la comunidad cristiana, pero que sin duda, impera entre las generaciones más jóvenes.
Una joven cristiana pro-aborto; un joven molestado sexualmente por un miembro de la Iglesia que no ha sido escuchado con la justicia que su caso merece; jóvenes migrantes que han sufrido para salir adelante; una adulta-joven que ha encontrado en la venta de pornografía “bajo demanda” su sustento diario y su realización; una exreligiosa que ha perdido su fe y finalmente, una joven valiente y bella que se atreve a dar testimonio de su fe en medio de este grupo claramente alejado de la experiencia de Dios, de los valores cristianos y de la Iglesia.
¿Qué hace Francisco ante esta realidad? En su respuesta se han fundado muchas críticas y otras muchas expresiones de admiración: el Papa escucha con atención, mira con ternura, se deja sorprender por el mundo desconocido para él, busca iluminar desde su experiencia de pastor, y como padre, le duele lo que sus hijos hacen pero prefiere el respeto antes que romper la comunión.
No juzga, no legisla, pero sí aclara los puntos de vista de la Iglesia: la droga destruye, el aborto no es ninguna solución digna, pero a quien aborte se le debe de acoger; al homosexual se le ama por quien es, no por lo que hace; cualquier vivencia de la sexualidad fuera del sentido para la que fue dada por Dios como don, disminuye a la persona; la búsqueda de Dios obtendrá respuesta, le dice a la que ha perdido su fe; y finalmente a María, la joven creyente y ferviente defensora de su encuentro con Cristo, le dice: “te admiro, te felicito, y prepárate para ser probada en tu fe, como lo fue Pedro”, tal vez pensando el Papa en la realidad que ahí le rodeaba.
En sus respuestas, el Papa no cita el magisterio, ni da grandes sermones que aleccionen y “corrijan” las vidas de estos jóvenes, porque él busca antes que anunciar la doctrina moral, provocar en ellos el encuentro con Cristo. Tal como decía el papa Benedicto: “No se comienza a ser cristiano por una decisión ética o una gran idea, sino por el encuentro con una Persona, que da un nuevo horizonte a la vida y, con ello, una orientación decisiva” (Deus Caritas est 1). Es este encuentro con Cristo que el Papa busca suscitar a través de la escucha y el diálogo, y no con el juicio y la condena.
Esta actitud de escucha sincera y diálogo paternal, no es novedad del papa Francisco; la vienen promoviendo los papas de las últimas décadas. San Juan XXIII pedía a todos los obispos en el discurso de apertura del Concilio Vaticano II (octubre 1962):
“Siempre la Iglesia se opuso a estos errores (modernos). Frecuentemente los condenó con la mayor severidad. En nuestro tiempo, sin embargo, la Esposa de Cristo prefiere usar la medicina de la misericordia más que la de la severidad. [y más adelante agrega] “La Iglesia Católica, al elevar por medio de este Concilio la antorcha de la verdad religiosa, quiere mostrarse madre amable de todos, benigna, paciente, llena de misericordia y de bondad para con los hijos separados de ella”.
San Pablo VI en su primera encíclica, Ecclesiam suam (1964), dedica todo un apartado a la actitud de escucha y diálogo que la Iglesia está llamada a vivir. En ella dice:
“Hace falta, aun antes de hablar, escuchar la voz, más aún, el corazón del hombre, comprenderlo y respetarlo en la medida de lo posible y, cuando lo merece, secundarlo. Hace falta hacerse hermanos de los hombres en el momento mismo que queremos ser sus pastores, padres y maestros. El clima del diálogo es la amistad”.
¿No son acaso estas palabras pontificias las que personificó el papa Francisco en este documental? Utilizó el medicamento de la misericordia y buscó comprender y respetar el corazón de aquellos jóvenes. Esto no significaba secundar sus opciones de vida, sino más bien, anunciarles de una manera diferente que Cristo y la Iglesia no les tienen miedo, más bien quieren escucharlos y amarlos.
Un ejercicio de evangelización
Este documental es un ejercicio de evangelización a través del cual el Papa quiere motivar a todos los pastores de la Iglesia para acercarse a los niños, jóvenes y adultos que están viviendo realidades tan diversas y lejanas a las que la Iglesia estaba acostumbrada a acompañar.
Sin embargo, la escucha misericordiosa, conlleva también el testimonio y el anuncio de nuestra fe, como lo recordó Pablo VI: “La solicitud por acercarse a los hermanos no debe traducirse en una atenuación o en una disminución de la verdad. Nuestro diálogo no puede ser una debilidad respecto al compromiso con nuestra fe”.
Para mí, este segundo momento de testimonio y anuncio lo encarnó extraordinariamente María; y no fue por debilidad del Papa, sino como un ejemplo que nos quiso dejar el Papa de que el mejor testimonio que pueden recibir los jóvenes es el de otros jóvenes. María actuó con unción y valentía, tal como esperamos actúen nuestros jóvenes en este mundo que necesita tanto de Cristo.
Un gran ejemplo y un enorme reto nos dejó el papa Francisco en este documental. Esperemos todos estar a la altura de nuestros tiempos para cumplir nuestra misión.
Monseñor Héctor M. Pérez
Religión Digital