Espectacular testimonio de fraternidad entre católicos y luteranos en pos de un mundo más justo.

 “Es una prioridad salir al encuentro de los desechados, Dios no descarta a nadie”.

Católicos y luteranos se comprometen a "eliminar los obstáculos que nos impiden la plena unidad".

"A los cristianos se nos exige protagonizar la revolución de la ternura". Tras la firma de la declaración conjunta en Lund, Francisco y el presidente de la Federación Luterana Mundial, Munib Younam, se dirigieron al Malmoe Arena. La niebla que lleva acompañando durante toda la jornada al Papa hizo que los 28 kilómetros que separan una y otra localidad se recorrieran muy despacio, de modo que el acto arrancó con más de media hora de retraso.

Decenas de miles de cristianos, de seguidores de Jesús, sin más denominación, poblaban las gradas del estadio. Los rostros de los líderes religiosos estaban repletos de alegría. Se vive un momento de auténtica conmemoración. No sólo por el hecho en sí del recuerdo de la Reforma emprendida por Lutero, sino por lo que ya es un "camino sin retorno" hacia la tan ansiada unidad.

Una unidad que va más allá de la pertenencia a una u otra institución, como revelaron tanto Francisco como el líder luterano: "Para nosotros cristianos, es una prioridad salir al encuentro de los desechados, porque son desechados de su patria; de los marginados de nuestro mundo, y hacer palpables la ternura y el amor misericordioso de Dios, que no descarta a nadie".

Tras varios minutos sin poder empezar el acto, fue Munib Younam quien recordó cómo "nos hemos comprometidos de caminar hacia la unidad". "Nos hemos arrepentido por los errores del pasado", subrayó. "Nuestro movimiento habría permanecido incompleto si no nos hubiéramos conectado con los sufrimientos y esperanzas de la gente de este mundo".

Francisco y Younam pronunciaron una oración basada en la Laudato Si, entre los aplausos de los jóvenes del Malmoe-Arena. Tras ello, cuatro representantes de diversas partes del mundo relataron su experiencia en el trabajo ecuménico, y en el dolor, en un precioso escenario en forma de cruz, y con imágenes de toda la Tierra. Un espectáculo ecuménico, por universal, de luz, música, fuego y palabra. Cada persona en un extremo del inmenso crucifijo, haciendo nuestro los sufrimientos de los pobres, que los hay, en todos los rincones del planeta.

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El primero vino de India, con el testimonio de una chica india comprometida en el trabajo con los agricultores y contra el cambio climático, instando a los líderes a cumplir de una vez por todas con los objetivos de París. "No podemos cambiar el clima, pero sí construir condiciones para un mundo más justo".

Tras ella, Hector Fabio Henao, presidente de Cáritas Colombia, quien habló de la guerra en su país, de la deforestación y del trabajo en común que católicos y evangélicos llevan a cabo a favor de la vida, la paz y en contra de todo tipo de violencia. El acuerdo entre el Gobierno y las FARC, que aún no ha podido llevarse a cabo, es un ejemplo de las dificultades, pero también de las esperanzas.

Desde Burundi, Margerite Barankistce, recordó el genocidio vivido hace años allí, e invitó a recuperar la esperanza a quienes lo habían perdido todo. Ella decidió acoger a los niños huérfanos "para que en el futuro pudieran acabar con el germen de la violencia". 23 años después, ellos, ya hombres y mujeres, luchan por la paz y por un pueblo común. Diez mil niños que hoy son ingenieros, abogados... personas de paz. El año pasado, otra vez, la violencia "volvió a matar a tantos jóvenes", y Margerite se vio obligada a dejar su país. Con ella, 300.000 refugiados, pero siguen, y siguen, trabajando por dar vida, y por "distribuir felicidad. Yo sueño con que con cada uno de nuestros sueños avanza la Humanidad".

Finalmente, una joven keniata, que formó parte del equipo olímpico de los refugiados, y portó la bandera en el estadio de Río. "Somos personas reales, hay personas que nos apoyan en todo el mundo. No es suficiente que un refugiado tenga alimentos y techo, tenemos los mismos derechos que el resto de seres humanos. No es justo matar y morir así".

El obispo luterano Younam, en nombre de los evangélicos del mundo, mostró su "alegría" por "dar testimonio del Espíritu Santo que muestra la unidad entre los seguidores de Jesús". "Que todos sean uno para que el mundo crea". Este mensaje "es válido hoy para todo el mundo, nos estamos moviendo del conflicto a la comunión", recalcó. "Vamos hacia la reconciliación pacífica, en lugar de contribuir a los conflictos en un mundo ya golpeado", declaró el presidente de la Federación Luterana Mundial.

"La religión puede promover el florecimiento de todas las condiciones humanas", recalcó. "He escuchado estos testimonios, y me han cortado el corazón (...). Sufrimos con vosotros. Clamamos por la justicia entre todas las generaciones, por la justicia climática. Las iglesias tienen un importante papel a desempeñar en la política climática". "sigamos trabajando por el cambio". Younam llamó a la paz en Colombia. "Seamos locos de amor, porque la locura del amor va a ser lo único que pueda cambiar el mundo", recordó, aludiendo a los testimonios de Burundi y Sudán del Sur.

"Yo soy un refugiado palestino", confesó. "Todos los refugiados del mundo son mi familia". "Desafiemos a cada estado del mundo, para hacer justicia donde hay injusticia. Trabajar por la dignidad de cada hijo de Dios en este mundo que Dios ama". "No tenemos otra opción que trabajar por la justicia, no puede haber paz sin justicia", culminó.

"Tenemos el reto de avanzar hacia el Espíritu Santo. Estoy seguro de que nuestro propósito común se encuentra en el testimonio práctico, en el martirio, en la diaconía profética. La Federación Luterana Mundial abraza con entusiasmo el acuerdo entre Cáritas y el Servicio Mundial Luterano para aliviar el dolor humano". "Luteranos y católicos se aman unos a otros, sirven a sus vecinos, para que el mundo pueda crecer".

En sus palabras, Francisco dio gracias a Dios "por esta celebración conjunta de los 500 años de la Reforma", siendo conscientes que "la unidad entre los cristianos es una prioridad. Reconocemos que entre nosotros es mucho más lo que nos une que lo que nos separa", arrancó Francisco, ganándose la primera de muchas ovaciones.

"El camino emprendido para lograrla es ya un gran don que Dios nos regala", continuó, destacando el "espíritu de comunión" en el "único Señor: Jesucristo". "Confirmamos el deseo de caminar hacia la comunión plena", destacó el Papa, quien apuntó a la importancia de la colaboración entre organizaciones luteranas y católicas, que "consolidan una cultura de colaboración para la promoción de la dignidad humana y la justicia social".

"Saludo cordialmente a los miembros de ambas organizaciones (Cáritas y Luthern), que en un mundo fragmentado por guerras y conflictos, son un ejemplo luminoso de entrega y servicio al prójimo. Los exhorto a seguir adelante por el camino de la cooperación", señaló, sobre el acuerdo entre las organizaciones sociales católicas y luteranas.

El Papa recordó los cuatro testimonios que precedieron a los líderes religiosos. "Por medio de los dones de la naturaleza, podemos contemplar a Dios". "Comparto tu consternación por los abusos que dañan nuestro planeta, nuestra casa común, y que generan graves consecuencias, también sobre el clima", denunció el Papa, quien recordó "que los mayores impactos recaen en las personas más vulnerables y con menos recursos".

"Como decimos en mi tierra, al final la gran fiesta la terminan pagando los pobres", improvisó Francisco. "Todos somos corresponsables de la conservación de la Creación, y de modo especial nosotros, los cristianos. Nuestros comportamientos deben ser coherentes con nuestra fe".

Hablando de Colombia, el Papa pidió "una oración especial, para que con la colaboración de todos se pueda llegar finalmente a la paz tan deseada y necesaria para una digna convivencia humana". Y que "sea una oración que vaya más allá, y abrace a todos los países donde sigue habiendo graves situaciones de conflicto".

"Es admirable -dijo el Papa sobre el ejemplo de las personas en Burundi- Tu misión ha sido una semilla que ha generado abundantes frutos. Hoy, gracias a esta semilla miles de niños pueden estudiar, crecer y recuperar la salud". "Apostaste por el futuro, gracias. Y te doy las gracias por el hecho de que ahora, incluso en el exilio, sigues comunicando un mensaje de paz".

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"Dices que lo que haces es una locura. Por supuesto. Es la locura del amor a Dios y al prójimo. Ojalá se pudiera propagar esa locura", clamó el Papa. "Que esa voz de esperanza que escuchaste -dijo a Margerite- continúa animando tu corazón".

Finalmente, a la deportista refugiada. "Me venía a la mente la vida de tantos jóvenes que necesitan testimonios como el suyo. Todos pueden descubrir esa confusión maravillosa de ser hijos de Dios y amados por él".

Después de escuchar "estos testimonios valientes", el Papa quiso "agradecer a todos los gobiernos que asisten a los refugiados. A todos los gobiernos que asisten a los desplazados y a los que solicitan asilo, porque todas las acciones a esas personas representan un gran gesto de solidaridad y de reconocimiento de su dignidad. Para nosotros cristianos, es una prioridad salir al encuentro de los desechados, porque son desechados de su patria; de los marginados de nuestro mundo, y hacer palpables la ternura y el amor misericordioso de Dios, que no descarta a nadie".

"A los cristianos se nos exige protagonizar la revolución de la ternura", exclamó Francisco quien recordó el siguiente testimonio del obispo de Alepo, presente en el acto. "El conflicto sirio, el conflicto de la amada Siria, que dura más de cinco años. En medio de tanta devastación, es heroico que permanezcan hombres y mujeres para prestar asistencia a quien tienen necesitad. Es admirable que tú, querido Antoine, sigas trabajando"

"Imploremos la gracia de la conversión de los corazones de quienes tienen la responsabilidad de los destinos del mundo, de esa región y de todos los que intervienen en ella"

"No nos dejemos abatir por las adversidades", concluyó el Papa. "Que estos testigos nos motiven y nos den nuevo impulso para trabajar cada vez más unidos". Que "llevemos e compromiso de realizar cada día un gesto de paz, un gesto de reconciliación, para ser testigos valientes y fieles de la esperanza cristiana. La esperanza no defrauda".

Jesús Bastante, Religión Digital, 31 de octubre de 2016.

Palabras del Papa:

Queridos hermanos y hermanas:

Doy gracias a Dios por esta conmemoración conjunta de los 500 años de la Reforma, que estamos viviendo con espíritu renovado y siendo conscientes que la unidad entre los cristianos es una prioridad, porque reconocemos que entre nosotros es mucho más lo que nos une que lo que nos separa. El camino emprendido para lograrla es ya un gran don que Dios nos regala, y gracias a su ayuda estamos hoy aquí reunidos, luteranos y católicos, en espíritu de comunión, para dirigir nuestra mirada al único Señor, Jesucristo.

El diálogo entre nosotros ha permitido profundizar la comprensión recíproca, generar mutua confianza y confirmar el deseo de caminar hacia la comunión plena. Uno de los frutos que ha generado este diálogo es la colaboración entre distintas organizaciones de la Federación Luterana Mundial y de la Iglesia Católica. Gracias a este nuevo clima de entendimiento, hoy Caritas Internationalis y Lutheran World Federation World Service firmarán una declaración común de acuerdos, con el fin de desarrollar y consolidar una cultura de colaboración para la promoción de la dignidad humana y de la justicia social. Saludo cordialmente a los miembros de ambas organizaciones que, en un mundo fragmentado por guerras y conflictos, han sido y son un ejemplo luminoso de entrega y servicio al prójimo. Los exhorto a seguir adelante por el camino de la cooperación.

He escuchado con atención los testimonios, de cómo en medio de tantos desafíos entregan la vida día a día para construir un mundo que responda cada vez más a los designios de Dios. Pranita se ha referido a la creación. Es cierto que toda la creación es una manifestación del inmenso amor de Dios para con nosotros; por eso, también por medio de los dones de la naturaleza nosotros podemos contemplar a Dios. Comparto tu consternación por los abusos que dañan nuestro planeta, nuestra casa común, y que generan graves consecuencias también sobre el clima. Como bien has recordado, los mayores impactos recaen a menudo sobre las personas más vulnerables y con menos recursos, y son forzadas a emigrar para salvarse de los efectos de los cambios climáticos. Todos somos responsables de la preservación de la creación, y de modo particular nosotros los cristianos. Nuestro estilo de vida, nuestros comportamientos deben ser coherentes con nuestra fe. Estamos llamados a cultivar una armonía con nosotros mismos y con los demás, pero también con Dios y con la obra de sus manos. Pranita, te animo a seguir adelante en tu compromiso en favor de nuestra casa común.

Mons. Héctor Fabio nos ha informado del trabajo conjunto que católicos y luteranos realizan en Colombia. Es una buena noticia saber que los cristianos se unen para dar vida a procesos comunitarios y sociales de interés común. Les pido una oración especial por esa tierra maravillosa para que, con la colaboración de todos, se pueda llegar finalmente a la paz, tan deseada y necesaria para una digna convivencia humana. Que sea una oración que abrace también a todos los países en los que sigue habiendo graves situaciones de conflicto.

Marguerite ha llamado nuestra atención sobre el trabajo en favor de los niños víctimas de tantas atrocidades y el compromiso con la paz. Es algo admirable y, a su vez, un llamado a tomar en serio innumerables situaciones de vulnerabilidad que sufren tantas personas indefensas, aquellas que no tienen voz. Lo que tú consideras como una misión, ha sido una semilla que ha generado abundantes frutos, y hoy, gracias a esta semilla, miles de niños pueden estudiar, crecer y recuperar la salud. Te doy las gracias por el hecho de que ahora, incluso en el exilio, sigues comunicando un mensaje de paz. Has dicho que todos los que te conocen piensan que lo que haces es una locura. Por supuesto, es la locura del amor a Dios y al prójimo. Ojalá que se pudiera propagar esta locura, iluminada por la fe y la confianza en la Providencia. Sigue adelante y que esa voz de esperanza que escuchaste al inicio de tu aventura continúe animando tu corazón y el corazón de muchos jóvenes.

Rose, la más joven, ha manifestado un testimonio realmente conmovedor. Ha sabido sacar provecho al talento que Dios le ha dado a través del deporte. En lugar de malgastar sus fuerzas en situaciones adversas, las ha empleado en una vida fecunda. Mientras escuchaba tu historia, me venía a la mente la vida de tantos jóvenes que necesitan de testimonios como el tuyo. Me gustaría recordar que todos pueden descubrir esa condición maravillosa de ser hijos de Dios y el privilegio de ser queridos y amados por él. Rose, te agradezco de corazón tus esfuerzos y tus desvelos por animar a otras niñas a regresar a la escuela y, también, el que rece todos los días por la paz en el joven estado de Sudán del Sur, que tanto la necesita.

Después de escuchar estos testimonios valientes, y que nos hacen pensar en nuestra propia vida y en el modo cómo respondo a las situaciones de necesitad que están a nuestro lado, quiero agradecer a todos los gobiernos que asisten a los refugiados, a los desplazados y a los que solicitan asilo, porque todas las acciones en favor de estas personas que tienen necesidad de protección representan un gran gesto de solidaridad y de reconocimiento de su dignidad. Para nosotros cristianos, es una prioridad salir al encuentro de los desechados y marginados de nuestro mundo, y hacer palpable la ternura y el amor misericordioso de Dios, que no descarta a nadie, sino que a todos acoge.

Dentro de poco escucharemos el testimonio del Obispo Antoine, que vive en Alepo, ciudad extenuada por la guerra, donde se desprecia y se pisotean incluso los derechos más fundamentales. Las noticias nos refieren cotidianamente el inefable sufrimiento causado por el conflicto sirio, que dura ya más de cinco años. En medio de tanta devastación, es verdaderamente heroico que permanezcan allí hombres y mujeres para prestar asistencia material y espiritual a quien tiene necesidad. Es admirable también que tú, querido hermano, sigas trabajando en medio de tantos peligros para contarnos la dramática situación de los sirios. Cada uno de ellos está en nuestros corazones y en nuestra oración. Imploremos la gracia de la conversión de los corazones de quienes tienen la responsabilidad de los destinos de aquella región.

Queridos hermanos y hermanas, no nos dejemos abatir por las adversidades. Que estas historias nos motiven y nos den nuevo impulso para trabajar cada vez más unidos. Cuando volvamos a nuestras casas, llevemos el compromiso de realizar cada día un gesto de paz y de reconciliación, para ser testigos valientes y fieles de esperanza cristiana.