Si hay, en estos momentos en el mundo, un jefe de Estado que merezca la pena, yo diría que es el del Estado Vaticano. (Si mi opinión es bien recibida, supongo que será porque no creo en teologías.)

No he oído a nadie una mala palabra de Francisco, una duda, una ligera acusación de hipocresía... Solo las graves palabras que vienen de sus íntimos alrededores: como siempre.

Ya ha pasado algún tiempo; ya han crecido opiniones encontradas (las peores, las de los eclesiásticos); ya tenemos formada una opinión sobre Francisco, el Papa, más o menos fundada; y conocemos las de otras religiones y sus representantes...

Ser un hombre de buena voluntad, a pie, sin rebumbios, hoy es ya meritorio. Si se es argentino y papa, ni pondero lo que hay.

Es increíble que, a estas alturas, exista un papa natural, sin palios, sin mulas (su calzado, qué vamos a hacer, se llamó así), sin soberbia divina, que es la peor de todas, sancionador cuando es preciso...

Creo que debo reconocerlo aunque 'me pase': muerto Juan XXIII, nunca creí que iba a ser contemporáneo de un papa sencillo en todos los sentidos.

Si fuese creyente, daría gracias a dios de todo corazón. El actual papa Francisco es un regalo divino a fuerza de oportunidad.

Con el lío que tenemos, un buen número de cardenales ya estuvieron a punto de repetir el cónclave...

Antonio Gala

La Tronera. El Mundo.