Sr. Arzobispo de Valencia Carlos Osoro

Recientemente, el pasado 23 de julio, tuvo lugar una concentración de mujeres ante el palacio episcopal convocada por Xarxa Feminista. En tal concentración, mujeres que creen y luchan por la vida registraron su apostasía y la petición de excomunión, motivadas por la oposición sistemática de la jerarquía eclesiástica a la ley del aborto. Con motivo de este hecho –y respetando la acción concreta de estas mujeres- la Comunidad Cristiana Popular de Natzaret queremos manifestarle nuestro dolor, tristeza y desacuerdo por la postura indiscriminada de la Iglesia contra el aborto.

Jesús de Nazaret nos anunció un Dios de vida.  Su enseñanza y su existencia entera fue una apuesta por la vida y por la vida en plenitud en un contexto histórico en que la realidad económica social y política del imperio generaba opresión y muerte. Su compromiso radical en la defensa de la vida, evidenciado en su predilección por las personas más vulnerables, le llevó a arriesgar la suya propia sin ejercer violencia. Esta actitud existencial radical es probablemente la mayor aportación que sus seguidores podemos y debemos hacer a nuestro mundo actual tan injusto y convulso como el suyo.

Por eso, concentrar la defensa de la vida en la denuncia del aborto y no hacer el mismo hincapié en la protección de los millones de personas en riesgo permanente de muerte, desacredita el interés verdadero por la vida: Siendo la mortalidad infantil insignificante en los países ricos, anualmente fallecen 6,6 millones de niños debido a la miseria; 250 millones de niños son vendidos o explotados para trabajar con riesgo para sus vidas; 3 millones de niños prostituidos; 300 mil niños soldados; desprecio real por la vida es también el hambre riguroso que padecen 1 millón 600 mil personas en un mundo capaz de alimentar a la población mundial; igualmente las guerras de baja intensidad presentadas como conflictos civiles, étnicos y religiosos, pero fomentadas por intereses económicos y estratégicos de las grandes potencias, entre ellas las del occidente “cristiano”. O las acciones genocidas con el pretexto del derecho a la defensa (por ejemplo en el actual conflicto palestino-israelí)… Y más cerca de nosotros, la situación de miles y miles de personas dejadas en la miseria por los bancos a causa de sus hipotecas o del engaño de las acciones preferentes, etc.

Nos asombran los pronunciamientos de la jerarquía eclesiástica que parecen confundir el campo de la Iglesia con el mundo y obviar la gratuidad de nuestra fe, permitiéndose hablar como si tuviéramos derecho a imponer nuestras certezas de fe como verdades científicas.

Nos preocupa que no se discierna éticamente entre el hecho del aborto en sí y una ley del aborto que pretende a todas luces evitar males mayores y que cualquier sociedad está obligada a evitar.

Nos extraña que apenas si se tiene en cuenta la situación de indefensión en que quedan las mujeres más pobres y sin recursos, cuando, a pesar de la ley, deciden abortar en condiciones insalubres y con un riesgo mayor para sus vidas.

Y nos indigna y avergüenza que en este debate sea una vez más la mujer la postergada, siendo ella la clave indiscutible de la cuestión: Si ella es la responsable de su cuerpo y es en él donde se gesta el feto, si no se quiere una vez más ningunearla, ¿es una barbaridad reconocerle el derecho a decidir?

Sabemos, porque lo experimentamos muy a menudo, que las tesis mantenidas por sectores de Iglesia con poco rigor sobre el aborto, el matrimonio homosexual, el sexo en general, hacen que el mensaje plenamente humanizador de Jesús quede enturbiado. Muchas mujeres y hombres que desgranan sus vidas en el servicio a los demás, contribuyendo a la dignificación de la vida y a la consecución de los derechos humanos para las personas más desfavorecidas, podrían enriquecer sus vidas si no se les hiciera tan difícil y tan poco “cristiano” el acceso a la persona de Jesús.

Aprovechamos la ocasión para manifestarle nuestra convicción de que la apuesta de la Iglesia por la Vida -el mejor testimonio de nuestra fe- tanto en el tema del aborto como en esos otros temas enunciados, ha de consistir en:

- Poner su voz al servicio de los que no la tienen, para denunciar y desenmascarar incesantemente los poderes económicos e ideológicos que generan permanentemente muerte.

- Poner todos los recursos disponibles de la Iglesia para aliviar a los damnificados -pueblos, niños, mujeres y hombres que, por millones, están amenazados de una muerte injusta y evitable-, antes que a la propia autoreproducción como institución.

Desde Jesús creemos que ésta es hoy su urgente apuesta.

Por la Comunidad Cristiana Popular de Natzaret

Catalina Socias Picornell y Ramón Arqués Grau

Valencia, 28/08/14

 

P.D.: En el momento de ultimar la redacción de esta carta nos ha llegado la noticia del nombramiento de usted como arzobispo de la diócesis de Madrid. Dada la importancia sociológica de esa diócesis y las repercusiones que suelen tener las declaraciones de su Arzobispo, deseamos que los católicos y el resto de la sociedad española tengan ocasión de oír palabras más acogedoras y de más humanidad.

Contestación de Carlos Osoro: 

Valencia, 8 de septiembre de 2014

Estimados NN.:

Muchas gracias por la carta que me enviáis, en nombre de la comunidad cristiana popular de Nazaret, Valencia, y por todo lo que en ella manifestáis con tanta sinceridad y confianza.

Os agradezco vuestra sensibilidad hacia las realidades de sufrimiento y abandono, especialmente hacia las personas más vulnerables, de las que tenemos que ser más conscientes.

Gracias por vuestro testimonio y vuestro compromiso cristiano.

Con gran afecto y mi bendición

+ Carlos Arzobispo Electo de Madrid

Administrador Apostólico de Valencia

Bitpro Core Bitpro Core