Francisco ha vuelto a dar un ejemplo de coherencia. El Papa que llama a los sacerdotes a salir a las zonas marginales ha apostado claramente por los suburbios del mundo al nombrar a los primeros 16 cardenales de su Pontificado, que podrán participar en la elección del próximo Pontífice.
Además, Francisco ha decidido imponer el birrete púrpura a tres mayores de 80 años, que debido a su avanzada edad no podrán participar en el próximo cónclave, pero sí en las reuniones previas que lo preceden. Entre éstos hay un español: el arzobispo emérito de Pamplona, Fernando Sebastián Aguilar. Su nombramiento supone el respaldo del Papa a lo que fue la línea de apertura y diálogo que representó el cardenal Tarancón (muy próximo a Aguilar) y muy distinta a la que en los últimos años ha caracterizado a la Conferencia Episcopal española.
El nombramiento de Aguilar como cardenal también entra de ese modo en la categoría de "periférico", ya que se desmarca de lo que ha sido la línea oficial de la Iglesia española en los últimos tiempos. Pero, además, entre los 16 nuevos cardenales menores de 80 años (y con derecho, por tanto, a entrar en la Capilla Sixtina en el próximo cónclave) hay cinco procedentes directamente de algunas de las zonas más olvidadas del planeta.
Es el caso del arzobispo de Ouagadougo (Burkina Faso), uno de los países más pobres de África; el arzobispo de Abiyán, Costa de Marfil, Jean-Pierre Kutwa; el arzobispo de Cotabato, en la conflictiva zona de Mindanao, en Filipinas; el obispo de Les Cayes, Chibly Langois, de Haití, una de las naciones más míseras del planeta y que aún padece las secuelas del terrible terremoto que en 2010 lo devastó, y el arzobispo de Seúl y administrador apostólico de Pyongyang, Corea del Norte, Andrew Yeom Soo jung.
Francisco ha dejado claro una vez más con estos nombramientos, que anunció ayer durante el Angelus, el rumbo que quiere darle a su Pontificado, y que pasa por una Iglesia "pobre y para los pobres", menos focalizada en Europa y más abierta a las periferias. Entre los 16 primeros cardenales de Bergoglio –que el 22 de febrero recibirán en el Vaticano el anillo cardenalicio– hay seis que proceden de Europa (pero con perfiles bastante contracorriente), cinco latinoamericanos, dos africanos, dos asiáticos y un canadiense. Y ni uno solo estadounidense.
En los anteriores consistorios, los europeos solían anotarse por goleada el mayor número de cardenales. Pero ahora con Francisco las cosas han cambiado, en reflejo de su deseo de que el colegio cardenalicio que elija a su sucesor sea más internacional. Cuatro de los seis europeos que Bergoglio ha decidido hacer cardenales son altos cargos de la Curia: el nuevo secretario de Estado vaticano, Pietro Parolin; el actual prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe, el alemán Gerhard Muller, y los italianos Beniamino Stella y Lorenzo Baldisseri, prefecto de la Congregación del Clero y secretario general del Sínodo de Obispos, respectivamente.
Los otros dos cardenales europeos son el británico Vincent Nichols, arzobispo de Westminster (Londres), y Gualtiero Bassetti, arzobispo de Perugia. Esta última designación ha hecho arquear no pocas cejas, ya que muchos esperaban que el Papa designara cardenales a los arzobispos de ciudades importantes como Venecia y Turín, y no al representante de Perugia, una diócesis sin tradición cardenalicia. Pero Bergoglio ya dejó claro hace tiempo que él va por libre.
Irene Hdez. Velasco