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Linda Hogan

 

El próximo 22 de febrero, Francisco nombrará a los primeros cardenales de su pontificado. En principio, habrá 14 vacantes entre los menores de 80 años -electores en un hipotético Cónclave-, y un número ilimitado entre los que superen esta edad. ¿Habrá, por primera vez en la historia, una mujer entre ellos?

Los rumores e informaciones sobre esta posibilidad no han dejado de desatarse desde que el propio Papa hablara de la necesidad de dar un "puesto específico" a la mujer "incluso allí donde se ejercita la autoridad en los varios ámbitos de la Iglesia".

La teóloga irlandesa Linda Hogan, de 49 años y casada, es la candidata que suena con más fuerza. Es profesora de ecumenismo en el Trinity College de Dublín y una de las más destacadas teólogas feministas del mundo. Experta en diálogo ecuménico y en la Historia del Papado, a buen seguro sería una magnífica candidata. Y una defensora del derecho de la mujer a formar parte de la estructura de gobierno de la Iglesia.

No es la única. En la encuesta llevada a cabo por el prestigioso jesuita James Keenan, surgieron hasta una decena de nombres. Los más destacados fueron la africana sor Teresa Okure, profesor de teología en el Instituto Católico de África occidental en Nigeria; o Maryanne Loughry, directora adjunta del Servicio Jesuita a Refugiados en Australia. También han surgido otros nombres, siendo el más destacado el de Mary Ann Glendon, ex embajadora de EE.UU. ante la Santa Sede y que ha sido designada por Francisco miembro de la comisión especial sobre actividades del Instituto para las Obras de Religión.

Todas las candidatas se encuentran con dos problemas de difícil resolución: el primero, y mayor de todos, es el peso de la tradición. Además el propio Código de Derecho Canónico de 1917, aún vigente en este aspecto, establece que para ser cardenal hay que ser varón y al menos sacerdote.

Por contra, el cardenalato no es uno de los siete sacramentos de la Iglesia, ni forma parte del sacramento del orden (como sí lo hacen el diaconado, el presbiterado o el episcopado), de modo que compete única y exclusivamente al Papa cambiar estos requisitos sin tocar el corpus doctrinal. Y cumpliendo sus palabras: "la mujer es imprescindible para la Iglesia (...).En los lugares donde se toman las decisiones importantes es necesario el genio femenino. Afrontamos hoy este desafío: reflexionar sobre el puesto específico de la mujer incluso allí donde se ejercita la autoridad en los varios ámbitos de la Iglesia".

¿Qué ocurriría si una mujer fuera nombrada cardenal? ¿Podría participar en un Cónclave únicamente como electora, pero no como elegible? La doctrina sí establece que el Vicario de Cristo únicamente puede ser un varón, y desde hace varios siglos, célibe y sacerdote. Esto impediría que una mujer participase, en igualdad de condiciones al varón, en un Cónclave. Pero existe otra posibilidad, también a la potestad del Papa: que las elegidas tuvieran más de 80 años, con lo que no podrían participar en la votación de un nuevo Santo Padre. Y tampoco ser elegidas.

 

Jesús Bastante

[publicado en Religión Digital - Extracto]

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