Francisco continúa su tarea de limpieza de las finanzas del Vaticano. El Papa ha instituido una comisión independiente –con el sacerdote español Lucio Angel Vallejo Balda, al frente de un equipo de siete laicos– con poderes absolutos para recoger información sobre todas las actividades económicas de la Santa Sede y que sólo tendrá que rendir cuentas ante el Pontífice. Vallejo es hoy secretario de la Prefectura de Asuntos Económicos y miembro del Opus Dei.
Pero sectores de la Curia que se oponen a sus reformas regeneradoras han comenzado a torpedearle con dureza. La jugada habría consistido en ocultarle información al Pontífice sobre los escándalos homosexuales de monseñor Battista Ricca, el director de la Casa Santa Marta, de 57 años, al que recientemente nombró para el importantísimo cargo de prelado del IOR, el banco vaticano, convencido de que su conducta y reputación eran intachables.
Según revelaban ayer tanto el semanario L'Espresso como el diario La Stampa, cuando Francisco solicitó información sobre monseñor Ricca en la Curia nadie le dijo una palabra sobre las escandalosas relaciones homosexuales que el susodicho había mantenido durante los cinco años –desde 1999 a 2004– que estuvo prestando servicio como diplomático en la nunciatura de la Santa Sede en Uruguay. Ni una palabra sobre el hecho de que tuviera una estrechísima ¿amistad? con un capitán del ejército suizo llamado Patrick Haari, al que llegó a enchufar en la nunciatura para que le dieran una casa y un sueldo. Ni una palabra sobre el día en que sufrió una agresión en un local gay al que acudía a veces. Chitón sobre aquel día, a altas horas de la madrugada, en que se quedó encerrado en el ascensor de la nunciatura con un chaval y tuvieron que ser rescatados a la mañana siguiente por los boquiabiertos bomberos.
Tampoco había nada de todo eso en el dossier interno del Vaticano sobre Ricca que, como es de rigor, Francisco consultó antes de decidir su nombramiento como prelado del IOR. Sin embargo, sólo una semana después de que decidiera designarlo para ese cargo comenzaron a salir a la luz, con profusión de detalles, sus escarceos homosexuales en Montevideo.
«Le han ocultado información relevante que, si el Papa hubiera conocido a tiempo, no hubiera nombrado a monseñor Ricca prelado del IOR», sentenciaba ayer el prestigioso vaticanista Sandro Magister.
Pero, tal vez para dejar claro que no se piensa dejar intimidar por ese tipo de jugadas, el Vaticano hizo público ayer un documento escrito a mano y firmado por el propio Papa por medio del cual crea una comisión con poder absoluto sobre toda el área económica de la Santa Sede para «recoger información», con el fin de «evitar dispendios de los recursos económicos y favorecer la transparencia en los procesos de adquisición de bienes y servicios».
IRENE HDEZ. VELASCO El Mundo
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REVOLUCIÓN DESDE LA COCINA
Nunca antes se había visto nada igual. Un golpe en la mesa del Papa risueño, pero que también sabe mandar. Un aviso a navegantes de que la cosa va en serio. Acaba de nombrar otra comisión para poner en marcha la reforma administrativa y económica de la Santa Sede y la Ciudad del Vaticano, con un plazo de dos meses.
Una comisión con un objetivo claro: racionalizar, reconducir, reagrupar, evitar gastos superfluos y duplicidades... los recortes llegan al Vaticano. Y la transparencia.
Y es que no tiene sentido que existan, sólo en el ámbito financiero, cuatro dicasterios: La APSA (Administración del Patrimonio de la Sede Apostólica), la Gobernación vaticana, Propaganda Fide y la Prefectura de Asuntos Económicos. Cuatro organismos que se solapan e impiden una buena gestión del gasto.
La comisión, como corresponde a un ámbito tan técnico, está formada por expertos, todos laicos, excepto el secretario y moderador de la misma: el ex ecónomo de la diócesis de Astorga, Vallejo Balda. Con plenos poderes y despacho directo con el Papa.
José Manuel Vidal
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