El papa Francisco recibió al presidente de la República italiana, Giorgio Napolitano, y en su discurso destacó la necesidad de que los Gobiernos defiendan la libertad religiosa e invitó a creyentes y no creyentes a colaborar "en la promoción de una sociedad donde la injusticia pueda superarse".
"En el mundo de hoy la libertad religiosa se afirma más que se realiza, sufre amenazas de todo tipo y es violada continuamente. Es un deber de todos defender la libertad religiosa y promoverla, pues en la tutela de este bien moral se encuentra una garantía del crecimiento y desarrollo de toda la comunidad".
"En un momento de crisis como la actual es urgente que pueda crecer, sobre todo entre los jóvenes, una nueva consideración de compromiso político, y que creyentes y no creyentes colaboren en la promoción de una sociedad donde la injusticia pueda superarse y cada persona sea acogida y pueda contribuir al bien común según su propia dignidad y sus capacidades".