¡Cuántas cosas que parecen imposibles se vuelven una realidad ante nuestros ojos… son tan increíbles…! Ahora bien, cuando el Señor nos invita a confiar en Él, muchas veces respondemos con dudas. Pero el Señor toma nuestra entrega, y produce frutos que transforman y alimentan nuestro cuerpo y alma, y también el de otros.