Tan antigua como la fe es la duda. No podemos dar la espalda a quienes necesitan nuestra esperanza. Dios nos deja signos, no portentosos, sí de contenido, tampoco de ilusión, pero sí de esperanza.
Tan antigua como la fe es la duda. No podemos dar la espalda a quienes necesitan nuestra esperanza. Dios nos deja signos, no portentosos, sí de contenido, tampoco de ilusión, pero sí de esperanza.