Juan Antonio Estrada 4

A lo largo de los siglos, la iglesia se ha ido clericalizando, dejando a un lado a los laicos. No solo se les ha quitado la voz y el voto. Incluso se les ha privado del evangelio, dejando las bienaventuranzas y otros consejos evangélicos para la "élite" de los consagrados. Cómo ha sido ese proceso y en qué se ha fundamentado. El teólogo nos anima a cambiar el modelo de iglesia, volver a los ministerios laicales y potenciar las capacidades de las comunidades.

Algunas ideas entresacadas de la exposición:

Para que haya una nueva teología de los laicos hace falta una nueva teología de la iglesia.

Después del Concilio Vaticano II ha habido una crisis del sacerdocio ministerial pero no ha habido una nueva teología para replantear el sacerdocio ministerial.

Para hacer una nueva teología del laicado busquemos los orígenes y la historia.

El punto de partida es Jesús de Nazaret. La cristología es fundamental.

Lo primero es muy obvio: Jesús ni era sacerdote ni era un monje, era un laico.

Hoy hay una rejudaización de Jesús. Ese es el punto de partida. Su cultura marca identidad.

La laicidad de Jesús está impregnada por el hecho posterior de su muerte y el anuncio de su resurrección.

Conocer el final de la historia me permite arrojar luces sobre la evolución de la misma historia.

Jesús sí es sacerdote, pero de una manera diferente al sacerdocio judío, que está centrado en el culto y en el Templo.

Jesús nunca reza en Templo. Siempre se retira a orar en la naturaleza.

Jesús busca una religión de la vida.

Jesús es sacerdote porque ha vivido una vida sacerdotal, una vida sacrificada, una vida entregada a los demás.

La novedad del Nuevo Testamento es que los sacrificios no son externos.

Dios no quiere lo que tenemos sino lo que somos: nuestra existencia.

Jesús se ha sacrificado por los seres humanos que se ha encontrado. Jesús ha vivido para los demás.

Con su ejemplo, Jesús nos está diciendo que nos centremos en lo humano, en la vida, que no nos centremos en el culto.

La oblación radical de Cristo es uno de los significados de la Eucaristía y de la Última Cena.

El cristianismo se centró, no tanto en la vida de Jesús como sacrificio, cuanto en el sacrificio de la Cruz como el sacramento que nos salva.

Reducimos el sacrificio de Cristo al misterio Pascual y queda en segundo plano la vida de Jesús.

Tanto se ha centrado el misterio de la salvación en la Pasión y en la Resurrección, que se nos ha olvidado la salvación de Jesús para el aquí y el ahora.

El ciento por uno es vivir una vida que tenga sentido, que me humanice.

El sacerdocio primero es el bautismo porque nos ponen en conexión con el sacerdocio de Jesús, que no es el de los ministerios si no el de la vida ofrecida a los demás.

El planteamiento no es definir al laico. El laico no necesita definición ninguna. El laico es el cristiano.

Tendrá que definir lo que es el sacerdocio ministerial y la vida religiosa sin que afecte al sacerdocio de los cristianos.

El laico es un cristiano que pertenece al Pueblo de Dios.

Se ha clericalizado el sacerdocio de Cristo.

La celebración del Jueves Santo expresa la vida sacrificada de Cristo en el pan que se rompe y el vino que se derrama por los demás.

Cuando tendríamos que celebrar la fiesta de los bautizados, se celebra el día del sacerdocio ministerial.

“La consagración del mundo a Dios es la responsabilidad de los laicos”. (Lumen Gentium).

Hay dos grandes eclesiologías ya desde el principio, porque el mismo Nuevo Testamento es plural.

Dios > Cristo > Espíritu > Apóstoles > Ministerios > Sacramentos

Dios    > Cristo > Apóstoles > Ministerios

            > Espíritu > sopla donde quiere > carismas

Hay dos eclesiologías: 1. La que se centra en la jerarquía. 2. La que se centra en la comunidad.

La que se centra en la comunidad habla de una iglesia apostólica, profética y carismática.

En el siglo XI, con Gregorio VII, a los laicos se les encomienda el mundo y al clero los asuntos de la iglesia.

Se anula el papel de la comunidad como protagonista de la iglesia.

Finalmente se despoja también de ese ámbito a los laicos y se les invita a colaborar con la jerarquía en la misión de la iglesia.

A los laicos se les pide que cumplan los mandamientos (de Moisés y de la iglesia) que ni siquiera son cristianos.

A los laicos se les quita el núcleo del evangelio que son el Sermón del Monte y las bienaventuranzas.

El laicado tiene que plantearse cómo puede contribuir a la iglesia con responsabilidad.

Esto llevaría consigo devolver a la iglesia los ministerios laicales.

Un primer trabajo sería la cristianización (humanización) de las relaciones personales.

Los laicos han dejado de presentarse en la sociedad como cristianos.

La obediencia no es la virtud de los laicos. Tiene que ser el discernimiento.

Aprender a pensar por sí mismos y criticar lo que haga falta.

Perder el miedo a la crítica tiene que ver con el carisma y la profecía.

Es incomprensible que el Tribunal de la Rota para la anulación del matrimonio no esté llevado por laicos que son los que pueden llegar a entender a los casados.

¿Por qué no hay nuncios que son laicos y podrían ser mujeres? Si ya en el medievo había nuncios que eran laicos.

El cristianismo no puede ser una imposición. Jesús no impuso nada pero expresó con libertad cuáles eran sus valores.

Los laicos son el futuro de la iglesia.

Que el evangelio sea una buena noticia y no una carga pesada.

Para dar una nueva vivencia del cristianismo, los laicos y las mujeres tienen que ser elementos consustanciales.

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