Hermano Obispo Gerhard Ludwig Müller, Prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe
Hermano Obispo Ivo Scapolo, Nuncio Apostólico en Chile
Hermano Obispo Ricardo Ezzati, Cardenal Arzobispo de Santiago
Laicas y laicos, religiosas, religiosos, sacerdotes, pueblo creyente y no creyente de Chile...
Como bautizados y miembros activos de la Iglesia Católica, comprometidos con la solidaridad con los y las que más sufren, manifestamos nuestro profundo desacuerdo con el cuestionamiento llevado adelante por nuestras autoridades eclesiásticas en contra de los hermanos sacerdotes José Aldunate, Mariano Puga y Felipe Berríos.
Las declaraciones públicas que durante el 2014 han realizado estos tres sacerdotes representan la opinión y el sentir de un gran número de creyentes sobre temas que actualmente se encuentran en proceso de revisión al interior de la misma Iglesia, como son los asuntos relacionados con la moral sexual y la familia. Por otra parte, sus opiniones políticas no sólo representan a un
gran número de chilenos y chilenas sino que además entran en el campo de lo opinable y discutible. Por lo mismo, no ofrecen materia suficiente para generar un cuestionamiento tan grave como el que se ha dado a conocer por medio de la prensa.
Los tres sacerdotes cuestionados encarnan un modelo de sacerdocio al servicio de los gozos y las esperanzas, las tristezas y las angustias de los hombres y mujeres de nuestro tiempo, especialmente de los que más sufren. (Cfr. Gaudium et Spes, n°1) Los tres se han destacado, desde distintos frentes, por su defensa irrestricta a la vida desde su fe en Jesús.
Los perseguidos, los sin techo, los sin educación, los encarcelados, los drogadictos y tantos pobres han encontrado en sus vidas, labor y mensaje, una signo del Reino. La labor de Pepe, Mariano y Felipe en favor de los más desposeídos es incuestionable y ha inspirado el actuar de muchos creyentes y no creyentes comprometidos con los dolores y necesidades de nuestra patria.
Ponerlos "bajo examen" y condenarlos a ellos es condenar a un gran número de personas que de manera anónima buscan día a día vivir una fe al servicio de la humanidad, y al mismo tiempo escandaliza justamente a los más pobres, quienes han entendido la claridad y franqueza de sus vidas y mensaje.
Por otra parte, los cuestionamientos que han salido a la luz por medio de la prensa demuestran una gran falta de diálogo y muy poco respeto a la diversidad al interior de la Iglesia Católica. Nuestra diversidad es un tesoro que debemos cuidar. La unidad no es sinónimo de uniformidad. Acusaciones como esta reflejan una actitud condenatoria e intransigente desde la jerarquía frente a quienes piensan de manera diferente y siembran miedo y desafección entre el pueblo católico, y rompen los puentes ecuménicos que con tanto esfuerzo y dificultad hemos ido levantando. Denunciamos la falta de libertad al interior de la Iglesia en Chile para dialogar sobre temas polémicos y contingentes. Denunciamos el autoritarismo con el que se acalla la diversidad, que muchas veces genera autocensura entre muchos católicos, en especial entre los laicos. Denunciamos la falta de una sana autocrítica al interior de la Iglesia, que no nos permite crecer.
El papa Francisco, al inaugurar el Sínodo de la Familia pocos días atrás invitó a los obispos a: "hablar claro, que nadie diga esto no se puede decir... hay que decir todo lo que en el Señor se siente que hay que decir... sin timidez, y al mismo tiempo, escuchar con humildad y acoger en el corazón abierto lo que dicen los hermanos." Con su estilo de liderazgo al servicio de la Iglesia y la humanidad, el papa Francisco nos ha dado ejemplo de lo que podemos esperar de nuestros pastores. Esperamos que ejerzan un liderazgo al estilo de Jesús, que no vino a condenar sino a servir. Esperamos que actúen desde una actitud profunda de diálogo y escucha al pueblo creyente y comprometido con la construcción del Reino. Queremos pastores que antes de condenar sean capaces de escuchar y que estén atentos, sobre todo, al sufrimiento de los más pobres, los oprimidos, los discriminados y los excluidos.
Esperamos pastores que sean capaces de discernir, en conjunto con toda la comunidad creyente, los signos de los tiempos. Soñamos con una Iglesia abierta al diálogo con el mundo, dispuesta a reconocer al Dios de la Vida en tantas iniciativas de cambio social que reducen la desigualdad, buscan terminar con la discriminación y están orientadas a construir un país más fraterno, regido por la justicia y el amor. Soñamos con una Iglesia menos centrada en defender su propio poder, autoridad y prestigio y más abierta al
diálogo fraterno y a la autocrítica desde el mensaje del Evangelio. Con el Papa Francisco, queremos una Iglesia que no se aísle y se encierre en estructuras caducas que nos esclavizan, sino que, al ejemplo de Jesús, "salga de sí misma, hacia la periferia, a dar testimonio del evangelio y a encontrarse con los demás". Preferimos "una Iglesia accidentada, a una que está enferma por cerrarse".
Pedimos a nuestras autoridades religiosas que transparenten el proceso que ha puesto en cuestión la labor y mensaje de los sacerdotes José Aldunate, Mariano Puga y Felipe Berríos. Pedimos también espacios e instancias de diálogo y discernimiento abierto que incluyan a todos los sectores de la Iglesia Católica, y a los creyentes de otras confesiones y no creyentes dispuestos a colaborar en nuestra misión al servicio del Reino. Por último, invitamos a todos, creyentes y no creyentes a adherir a esta carta manifestándonos y comprometiéndonos en favor de una Iglesia que dé testimonio de la cercanía misericordiosa del Padre Dios, más fiel a la vida y mensaje de Jesús de Nazaret y más en diálogo con el mundo y abierta al Espíritu Santo presente en nuestra Historia.
Red Laical de Santiago - Chile