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YO SOY... Y SOY REY, EN JESÚS QUIEREN DECIR LO MISMO

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Jn 18, 28-40

 

CONTEXTO

Es muy importante que tengamos una pequeña idea del momento y por qué motivo se instituyó esta fiesta. Fue Pío XI en 1925, cuando la Iglesia estaba perdiendo su poder y su prestigio acosada por la modernidad. Con esta fiesta se intentó recuperar el terreno perdido ante un mundo secular, laicista y descreído. En la encíclica se dan las razones para instituir la fiesta: recuperar el reinado de Cristo y de su Iglesia. Para un Papa de aquella época, era inaceptable que las naciones hicieran sus leyes al margen de la Iglesia y sin tener en cuenta su poder y sus directivas.

El contexto del evangelio es un jugoso diálogo entre Pilato y Jesús inmediatamente antes de condenarle a muerte. Es muy poco probable que sea histórico, pero eso no le resta nada de su importancia, todo lo contrario, nos está transmitiendo lo que una comunidad muy avanzada de finales del siglo I pensaba sobre Jesús. Dos breves frases puestas en boca de Jesús nos pueden dar la pauta de reflexión: "mi Reino no es de este mundo" y "yo para eso he venido, para ser testigo de la verdad".

 

EXPLICACIÓN

¿Qué significa un Reino que no es de este mundo? Se trata de una expresión que no podemos "comprender" porque todos los conceptos que podemos utilizar son de este mundo. ¿En qué estamos pensando los cristianos cuando después de estas palabras, nombramos a Cristo rey, no solo del mundo, sino del universo? Que me lo expliquen, porque soy incapaz de entenderlo.

Tal vez encontremos una pista en la otra frase: "he venido para ser testigo de la verdad". Pero solo si no entendemos la verdad como verdad lógica (adecuación de una formulación racional a la realidad) sino entendiéndola como verdad ontológica, es decir, como la adecuación de un ser a lo que debe ser según su esencia. Jesús siendo auténtico, siendo verdad, es verdadero Rey

Cuando los hebreos entran en contacto con la gente que vivía en ciudades, descubren las ventajas de aquella estructura social y los mismos israelitas piden a Dios un rey. Esto fue interpretado por los profetas como una traición (el único rey de Israel es Dios); pero al final tienen que ceder. El rey era el que cuidaba de una ciudad o de un pequeño grupo de pueblos. Tenía la responsabilidad de que hubiera orden en las relaciones sociales. Lo mismo les defendía de los enemigos, que se preocupaba de los alimentos, que impartía justicia. A lo largo del AT, se va espiritualizando esa idea del rey, llegándose a identificar con la del Mesías, y termina por ser la imagen clave para toda la apocalíptica. El final de la historia será un Reino de Dios que termina venciendo el reino del mal.

Solo en este contexto podemos entender la predicación de Jesús sobre el Reino de Dios. Sin embargo el contenido que él le da, es más profundo. En tiempo de Jesús, el futuro Reino de Dios se entendía como una victoria del pueblo judío sobre los gentiles y una victoria de los buenos sobre los malos. Jesús predica un reino de Dios muy distinto; un Reino del que nadie va a quedar excluido, y del que forman parte las prostitu¬tas, los pecadores, los marginados...

También los gentiles están llamados y muchos judíos se quedarán fuera. El Reino que Jesús anuncia no tiene nada que ver con las expectativas de los judíos de la época. Por desgracia tampoco tiene nada que ver con las expectativas de los cristianos de hoy.

El "poder" se presenta en los evangelios, como una tentación: "Te daré todo el poder de estos reinos y su gloria" (Lc 4, 6). En Juan, la multitud quiere llevárselo para proclamarle rey, pero él se marcha a la montaña, él solo. Toda la predicación de Jesús gira en torno al "Reino"; pero no se trata de un reino suyo, sino de "el Reino de Dios". Jesús nunca se propuso él mismo como objeto de su predicación. Es un error confundir el "reino de Dios" con el reino de Jesús.

La encíclica dice: "a Cristo le compete en sentido propio y estricto, como hombre, el título de Rey". ¿De qué reinado está hablando? Siempre que nos imaginamos a Jesús-el-Cristo separado de Dios, aunque sea sentado a su derecha, patinamos.

La característica fundamental del Reino predicado por Jesús es que ya está aquí, aunque no se identifica con las realidades mundanas. No hay que esperar a un tiempo escatológico, sino que ha comenzado ya, pero supera la idea de un reino externo: "No se dirá, está aquí o está allá, porque mirad: el reino de Dios está dentro de vosotros".

No se trata de preparar un reino para Dios, se trata de un reino que es Dios. Cuando decimos "reina la paz", no estamos diciendo que la paz tenga un reino. Se trata de hacer presente a Dios entre nosotros, siendo lo que tenemos que ser; pero después de haber descubierto a Dios reinando en lo más hondo de nuestro corazón.

No es un reino de personas físicas, sino de actitudes vitales. Cuando me acerco al que me necesita, hago presente el Reino de Dios y cuando me preocupo de mí pisoteando a los demás, excluyo de mí y de mi entorno el Reino.

En el evangelio que acabamos de leer podemos encontrar alguna pista para descubrir el verdadero sentido que puede tener esta fiesta. Cuando Pilato pregunta a Jesús si era rey, responde: "mi reino no es de este mundo... mi reino no es de aquí". Pilato no entiende nada. Nosotros lo hemos entendido mal. Para Juan, la palabra "mundo" tiene varios significados. Aquí no significa la materialidad de lo creado, sino la manera injusta como los hombres se relacionan entre sí.

Jesús es lo contrario de lo que se entiende por un rey. Es el reino del amor y de la entrega al servicio a los demás. Para reinar de esa manera no necesita ni soldados ni poder. Lo va a demostrar entregando su vida en la cruz. Estaremos en la verdadera perspectiva si no olvidemos que Jesús reinó desde la cruz. Aceptar la muerte como entrega total, es toda su gloria y todo su poder. Jesús hace presente el Reino que es Dios, cuando se olvida de sí mismo y pone todo lo que es al servicio de todos.

Otra clave para orientar bien esta fiesta puede ser lo que dice Jesús a Pilato. "Yo para eso he nacido, para ser testigo de la verdad". Pero ¡ojo! No se trata de morir por una doctrina teórica. Se trata de morir por el hombre. Se trata de dar testimonio de lo que es el hombre en su verdadera realidad.

El "Hijo de hombre" (único título que Jesús se aplica a sí mismo), nos da la clave para entender lo que pensaba de sí mismo. Se considera el hombre auténtico, el modelo de hombre, el hombre verdad. Su intención es que todos lleguen a identificarse con él. Jesús es la última referencia para todo el que quiera llegar a manifestar en su vida la verdadera calidad humana.

Poco después del párrafo que hemos leído, Pilato saca afuera a Jesús, después de ser azotado, y dice a la multitud: "Este es el hombre". Jesús no solo es el modelo de hombre, sino que exige a sus seguidores que demuestren con su vida, que responden al modelo que ven en él.

Jesús dice: "soy rey", no: soy el rey. Indicando así que todo el que se identifique con él, será también rey. Esa es la meta que Dios quiere para todos los seres humanos. Rey de poder solo puede haber uno. Reyes servidores debemos ser todos. No se trata de que un hombre reine sobre otro, sino de un Reino donde todos se sientan reyes porque todos están al servicio de todos. Como Jesús, debemos identificarnos con Dios hasta tal punto, que todo lo que haga manifieste mi verdadero ser y haga presente a Dios.

Mucho me temo que no sea este el sentido que le damos a la fiesta. Cualquier connotación que el título tenga con el poder, tergiversa el mensaje de Jesús. Una corona de oro en la cabeza y un cetro de brillantes en las manos de Jesús, son mucho más denigrantes que la corona de espinas y la caña que le pusieron los soldados. Si no nos damos cuenta de esto, es que estamos proyectando sobre Dios y sobre Jesús nuestros propios anhelos de poder.

Ni el "Dios todopoderoso" ni el "Cristo del Gran Poder" tienen absolutamente nada que ver con el evangelio. El Dios de Jesús es el "Abba", padre y madre que cuida de nosotros entregándonos todo los que Él es en cada instante. Ni se impone ni nos gobierna ni nos domina. Es esta realidad la que tenemos que descubrir y hacer presente en nuestra vida. Esto es también lo que tenemos que expresar en todas nuestras relaciones con los demás.

 

Meditación-contemplación

 

Dijo Jesús: yo he venido para ser testigo de la verdad.

Está hablando de la verdad ontológica.

No se refiere a verdades doctrinales o científicas.

Está hablando de la verdad de su ser.

..............

 

Ser verdadero es lo contrario de ser falso.

Falso es todo aquello que aparenta ser una cosa

y en realidad es lo opuesto.

Ser Verdad es ser lo que somos sin falsearlo.

................

 

Lo que los demás ven en mí,

¿es lo que soy en lo hondo del mi ser?

El más alto objetivo de tu vida

es descubrir tu verdadero ser y manifestarlo en todo momento.

........

 

Fray Marcos

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