Hermanos y hermanas, la Palabra que hemos escuchado hoy nos invita a abrir los ojos, a vivir y actuar con criterios sólidos que nos son los que en nuestra sociedad imperan. Oremos.

Nos comprometemos con la Vida desde la vida de cada día.

• Que la Iglesia, comunidad de los discípulos y discípulas de Jesús, no sustituya el seguimiento por el culto; el servicio a los pobres por la cercanía con los ricos y el amor por la censura o el juicio.

Nos comprometemos con la Vida desde la vida de cada día.

• Que todos los creyentes cultivemos nuestra interioridad para que en nuestro corazón sólo alberguemos actitudes buenas y liberadoras.

Nos comprometemos con la Vida desde la vida de cada día.

• Que todos nosotros y nosotras proclamemos una fe viva, una fe coherente con la propuesta de Jesús, una fe que se expresa en obras… en definitiva: una fe encarnada.

Nos comprometemos con la Vida desde la vida de cada día.

• Que seamos en nuestros barrios y entornos invitación a una vida vivida en clave de servicio solidario y gratuito, que interpelemos y apuntemos siempre hacia Dios y la Vida.

Nos comprometemos con la Vida desde la vida de cada día.

• Que luchemos contra cualquier tipo de injusticia y violencia, siendo semillas de bondad en lo cotidiano, en lo pequeño; ofreciendo palabras y gestos de paz y comunión.

Nos comprometemos con la Vida desde la vida de cada día.

Padre Madre buena, que seamos conscientes de nuestra pertenencia a una Iglesia comprometida con la causa de los más pobres y nos esforcemos con llevar luz, consuelo y esperanza a todos y todas.

Vicky Irigaray