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METODOLOGÍA DE LA ETAPA DIOCESANA DEL SÍNODO SOBRE SINODALIDAD

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Actualmente, los equipos sinodales diocesanos están diseñando los procedimientos y los materiales con los que se va a trabajar en las parroquias. Su objetivo es lograr una participación lo más amplia posible de toda la comunidad. Creyentes y no creyentes, practicantes e indiferentes, los de siempre y los de nunca, los de dentro y los de fuera. Lograr este objetivo es de máxima necesidad. El nivel de participación en este momento de consulta y escucha mutua y del Espíritu es de capital importancia. Por eso es un momento exigente y exige una planificación primorosa. Va de suyo que sin participación no hay sinodalidad posible. Para esta tarea, los equipos sinodales diocesanos cuentan con las directrices y materiales que la Secretaría General del Sínodo les ha facilitado. Pero ellos deben hacer las adaptaciones pertinentes a sus complementos circunstanciales. Los equipos diocesanos tienen que tener en mente que el diseño o metodología elegidos sirvan al propósito perseguido: facilitar el aprendizaje experiencial de una Iglesia sinodal. Aprendizaje activo, aprender a ser y a actuar de otro modo en la Iglesia actuando de otro modo. De la pasividad a la actividad, tomando iniciativas y responsabilidades. Aprender a ser y actuar sinodalmente “sinodeando”.

Mientras llegan las propuestas y los materiales elaborados por los equipos diocesanos, nosotros podemos ir reflexionando sobre nuestras experiencias pasadas de participación y colaboración en nuestra parroquia y decidiendo el grado de implicación y asunción de responsabilidades que queremos asumir en este Sínodo. Para ayudarnos en estas tareas voy a presentar el resumen de la metodología propuesta por la Secretaría del Sínodo para esta fase del proceso sinodal. Para saber más podemos consultar en el Documento Preparatorio (página 31): La Sinodalidad en acción: Pistas para la consulta al pueblo de Dios y en el Vademecum (página 65) Metodología para el Proceso Sinodal Diocesano. Y para los que quieran saber todavía más pueden consultar en la página web de la Secretaria General del Sínodo (synod.va) la riqueza de materiales allí colgados.

Pregunta fundamental de la consulta: Una Iglesia sinodal, al anunciar el Evangelio, “camina junta”, ¿Cómo está sucediendo este “caminar juntos” hoy en su Iglesia local? ¿Qué pasos nos invita a dar el Espíritu para crecer en nuestro “caminar juntos”.

Al responder esta pregunta se nos invita a: Recordar nuestras experiencias de comunión, participación y misión compartida en nuestras parroquias y diócesis. Esta pregunta apela a la “sinodalidad vivida” en el pasado y apunta a nuestras propuestas de futuro. En segundo lugar, a releer estas experiencias en profundidad (analizando sus aspectos positivos y los negativos y lo aprendido con ellas). A partir de este análisis de lo vivido, escuchar lo que el Espíritu nos inspira para crecer, mejorar en sinodalidad parroquial y diocesana. En resumen: se trata de evaluar críticamente nuestra realidad actual y proponer caminos de mejora.

A partir de la pregunta fundamental, el Vademecum, presenta diez temas o campos que ayudan a profundizar y concretar, un poco, la pregunta fundamentas de esta consulta sinodal. Sobre estos diez campos (no necesariamente sobre todos) los equipos diocesanos tienen que hacer preguntas cada vez más concretas y contextualizadas. Los Campos o temas ahora marcados son aspectos nucleares de nuestra vida comunitaria parroquial, diocesana y eclesial. Voy a hacer un pequeño comentario para “traducir” los títulos utilizados y clarificar un poco el contenido encerrado en ellos:

1.- Compañeros de viaje. En la parroquia y en la sociedad, como seres sociales que somos por naturaleza, nos agrupamos, nos asociamos. No somos islas. En este tema se nos pide analizar y evaluar cómo son los grupos parroquiales, cómo funcionan y cómo podríamos mejorarlos. Categorías importantes de este análisis so: Inclusión-exclusión; Abiertos-cerrados.

2.- Escucha. En esta fase de consulta para saber el pensar de los parroquianos, la escucha recíproca y al Espíritu es el primer paso. Todos tenemos algo que aprender de los otros y todos tenemos una experiencia que puede ser útil para los otros. La exigencia o criterio de medida de esta dimensión es: Escuchar con humildad en actitud de acogida universal y de respeto incondicional. A todos y siempre.

3.- Hablar claro. Todos estamos invitados a participar en este Sínodo. Cuanto más amplia sea la participación mejor cumplirás este Sínodo su finalidad. Además de la cantidad aquí ahora hablamos de calidad de la participación. Todos tenemos algo valioso que aportar. El Espíritu habla a través de nosotros, de todos. Además de hablar claro, la calidad de la participación exige hablar con libertad, responsabilidad, verdad, valentía y caridad.

4.-Celebración. El Sínodo es un proceso espiritual. Es el Espíritu de Dios el protagonista principal en todos los momentos de este Sínodo. La vida espiritual de la comunidad parroquial y diocesana se alimenta de la escucha de la Palabra, la celebración de la Eucaristía y el compromiso social compartido. Celebrar es recordar la acción del Espíritu de Dios en la Historia y en nuestra vida personal y comunitaria. Recordar y Vivir. En este campo se nos pide revisar nuestra oración comunitaria y nuestra celebraciones litúrgicas. Reflexionar para revitalizar.

5.- Compartir la responsabilidad de nuestra misión común. La misión de la Iglesia es evangelizar, hacer discípulos-seguidores de Jesús y continuadores de su proyecto: el Reinado de Dios en la tierra. Esta es la misión de todos los bautizados. A ella estamos convocados todos según nuestra vocación, capacidad y formación. En este punto tendremos que analizar las oportunidades de participación que hoy se dan y pensar en las que sería oportuno pedir. Si la misión es común la responsabilidad debe ser corresponsabilidad compartida.

6.-El diálogo en la Iglesia y en la sociedad. El Papa Francisco nos pide, constantemente, apertura, diálogo, compartir, comunicar. Iglesia en salida y con transparencia, con humildad y sencillez. Diálogo ad intra y ad extra. Entre nosotros y con la gente de fuera, con la cultura, la política, los intelectuales, la Ciencia, los medios de comunicación, los alejados, las periferias. Nos pide construir puentes y derribar muros. Muros de incomunicación, repliegue y ausencia.

7.- Ecumenismo. El diálogo entre cristianos bautizados de diferentes confesiones y el diálogo con creyentes de otros credos y religiones forma parte de la sinodalidad a la que en futuro caminamos. En el hoy debemos analizar el estado de la cuestión a nivel personal y comunitario. Con la esperanza de que de ese análisis puedan salir propuestas de mejora de las relaciones entre creyentes, mejores en la común-unión y espiritualidad. El mundo nos necesita.

8.- Autoridad y participación. Una Iglesia sinodal es participativa y corresponsable. Este aserto es contradictorio con el ejercicio de la autoridad tal como lo sufrimos hoy en la Iglesia en todos sus estamentos. Frente al autoritarismo (aquí mando yo y tu obedeces o te marchas) los signos de los tiempos y las Ciencias Sociales van en la dirección contraria: la libertad de la persona, su autonomía y responsabilidad son los valores dominantes sobre los que se organiza la convivencia humana. El ejercicio de la autoridad compartida, el trabajo en equipo, el reparto de responsabilidades, la participación en el proceso de toma de decisiones, ejecución y rendimiento de cuentas son exigencias coherentes con los tiempos que nos toca vivir. En este tema y el siguiente la Iglesia, todos tenemos mucho que aprender,

9.- Discernir y decidir. Todo lo dicho en el apartado anterior es pertinente a éste. Porque el discernir y decidir son tareas, entre otras, que visibilizan y concretizan el ejercicio de la autoridad y la participación. Discernir para decidir. Es muy importante la participación de todos en todos los momentos del proceso de decisión: Todos analizando, discerniendo, making y taking las decisiones. Porque sobre lo que a todos incumbe, todos tiene que decidir. En este campo, en un proceso sinodal, de escucha recíproca de todos y todos al Espíritu, hay que discernir entre todos lo que el Espíritu, a través de toda la comunidad, inspiras. El Espíritu no sopla en el aire, sopla en todos los corazones.

10.- Formación en la Sinodalidad. La sinodalidad implica una conversión personal y estructural. La sinodalidad es un modo de ser y actuar. Todo cambio de mentalidad e institucional exige una actitud positiva al cambio, una formación específica y aprendizaje continuado. No se nos regala. La sinodalidad se aprende con motivación y entrenamiento. Por su naturaleza, exige un aprendizaje activo. Aprender a hacer haciendo. A ser sinodal se aprende ejercitando, actuando sinodalmente. Participar, desde el principio, en las actividades programadas para esta primer a etapa diocesana es una buena ocasión de aprender a ser más sinodales.

Espero que estas aclaraciones sobre los diez campos o temas que desarrollan y concretizan un poco la Pregunta Fundamental nos ayuden a reflexionar sobre lo que se nos pide en este Sínodo y nos motiven a participar con entusiasmo y pasión en él.

En la próxima “entrega” seleccionaré, entre las variadas propuestas de preguntas específicas para los diez temas señalados, algunos ejemplos que nos ayuden a saber qué podemos hacer nosotros en este momento del Sínodo sobre Sinodalidad.

 

África De la Cruz Tomé

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