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El tema del tercer día es la espiritualidad de Jesús, que se encuadra con más adecuación en lo que podríamos llamar una espiritualidad laica, y no tanto en ritos y dogmas propios de las religiones.

 

Inteligencia Espiritual
3. Jesús, una espiritualidad laica. Síntesis
Gonzalo Haya


Porque de ellos es el Reino de Dios

"Os aseguro que quien no acoja el reino de Dios como un chiquillo, no entrará en él" Lc 18,17

La espiritualidad del Reino de Dios
Jesús vivió su espiritualidad dentro del judaísmo y nunca renunció a él. Creyó en el cumplimiento de la Promesa –la era mesiánica- y la presentó como el Reinado de Dios. No era lo que esperaban ni los escribas ni el pueblo. No era un Reino de Dios en gloria y poder, al que se someterían todos los pueblos de la tierra.
En el centro de ese Reinado no colocó ni a Pedro, ni a Santiago, ni a Juan; en el centro colocó a un chiquillo: "Entonces se sentó, llamó a los Doce y les dijo: -Si uno quiere ser primero, ha de ser último de todos y servidor de todos. Y cogiendo al chiquillo, lo puso en medio de ellos, lo abrazó y les dijo: Quien acoge a uno de estos chiquillos, como si fuera a mí mismo, me acoge a mí; y el que me acoge a mí, más que a mí, acoge al que me ha enviado" (Mc 9,35-37).
Jesús vivió la espiritualidad del judaísmo pero rechazó los preceptos y ritos que contradecían su experiencia religiosa. Rechazó la pureza o impureza de los alimentos porque servía para separar a los judíos de los otros pueblos: los alimentos no son impuros, las impurezas salen del corazón. El sábado está hecho para el hombre, no el hombre para el sábado. Si vas a presentar tu ofrenda ante el altar, ve primero a reconciliarte con tu hermano.
Tras la muerte de Jesús, sus discípulos dieron testimonio de que "Dios ha constituido Señor y Mesías a ese Jesús a quien vosotros crucificasteis" (Hch 2,36), pero no tienen instrucciones precisas sobre cómo continuar con el anuncio del Reino.
Pedro sube al Templo a orar; Esteban –el primer mártir cristiano- es condenado por decir que "Dios no habita en templos hechos por manos humanas". Juan concuerda con Esteban y pone en labios de Jesús una palabras semejantes "Se acerca la hora en que no daréis culto al Padre ni en este monte ni en Jerusalén... los que dan culto verdadero adorarán al Padre con espíritu y lealtad" (Jn 4,21-23).
Santiago exige la circuncisión de los gentiles, Pablo rechaza esa exigencia, Pedro duda. La supresión de la circuncisión -junto con los preceptos de la Ley mosaica- y la confesión de la divinidad de Jesús marcan la diferencia entre el cristianismo y el judaísmo.
La espiritualidad del Reinado de Dios trasciende el judaísmo y el cristianismo, es el fondo de toda espiritualidad.

La espiritualidad de Jesús es laica
"Laica" puede interpretarse en dos sentidos; en sentido de "no sacerdotal" –Jesús no pertenecía a la tribu sacerdotal, ni tuvo ninguna misión clerical- o en el sentido en que decimos "Escuela laica", es decir, que no pertenece a ninguna religión.
La espiritualidad de Jesús se desarrolló en el judaísmo y después en el cristianismo, pero puede ser asumida por cualquier religión; y creo que por muchos que se consideran ateos.
Las religiones concretan y socializan la espiritualidad. Como decía Rudolf Otto, las religiones tienen elementos racionales y elementos irracionales (no comprensibles con la razón). La religiones se esfuerzan por hacer más asequible la espiritualidad, la racionalizan, la concretan en sus doctrinas, preceptos y ritos. Cuanto más concretan estos elementos racionales, más separan a unos creyentes de otros. La mística y la praxis nos unen, la teología –las explicaciones- nos separan.
La espiritualidad de Jesús, la espiritualidad del Reino de Dios, tiene un mínimo de concreción, un mínimo de elementos racionales; por eso puede vivirse en el judaísmo o en el cristianismo. No depende de una religión. Podemos decir que es una espiritualidad laica.
Veamos, aunque simplificados y esquemáticamente, qué leves son los elementos racionales y que importantes son los elementos irracionales en la espiritualidad de Jesús.

 

Elementos racionales

En cuanto a la doctrina Jesús tiene en el Jordán una profunda experiencia de Dios como Padre, y a continuación, en la sinagoga de Nazaret, proclama el Reino Dios, no como día de justicia sino como año de gracia y de liberación. Estas dos experiencias fundamentales se reflejan en las parábolas del hijo prodigo y del buen samaritano.
El resto de sus enseñanzas se desarrolla también en parábolas, no en conceptos "claros o bien definidos". A veces pueden parecernos contradictorias como la del hijo pródigo y la del juicio final. Los exegetas escriben libros y libros para explicar qué entendía Jesús por el Reino de Dios. Jesús reconoce en dos paganos una gran fe-confianza; reconoce la fe de la mujer sirofenicia, y encuentra en el centurión romano mayor fe que en todo Israel.

En sus preceptos deja la misma imprecisión. No quiere caer en el fariseísmo de la menta y del comino. ¿Se salvan los ricos? A los discípulos les parece que, según lo del camello por el ojo de la aguja, resultaría imposible; pero Jesús les dic que para Dios nada es imposible. Al joven que le pregunta qué tiene que hacer para salvarse le dice que cumpla los mandamientos, pero ¿cumplen los mandamientos el sacerdote y el levita que dejan al herido junto al camino? Ahí el que cumple es el herético samaritano.

¿Qué ritos religiosos practicó Jesús? Comenzó bautizando como Juan, pero no continuó. Quizás su gran rito fue la comensalía abierta a todos, ya sea en el campo –multiplicación de los panes- en las casas de los fariseos, de los publicanos, de los amigos, en la barca o en la playa con los discípulos. La eucaristía es el memorial de esta comensalía.

¿Instituyó alguna jerarquía? Eligió a doce discípulos como símbolo del cumplimiento de la Promesa a las doce tribus de Israel. Todos ellos esperaron hasta el último momento la llegada triunfal del Reino de Dios. A Pedro le llama Satanás porque quiere apartarlo del camino de la cruz; a Juan le reprende por prohibir a un exorcista que no es del grupo y por desear un puesto de privilegio en el Reino. Y expresamente les advierte "Los reyes de las naciones las dominan, y los que ejercen la autoridad sobre ellas se hacen llamar bienhechores. Pero vosotros, nada de eso: al contrario, el más grande entre vosotros iguálese al más joven, y el que dirige al que sirve" (Lc 22,25-26). Después de la resurrección, los discípulos todavía esperaban un Reino triunfalista (Hch 1,6-7).

Marcos sintetiza en el capítulo 11 la actitud de Jesús respecto a una religión degradada por la codicia humana. Entra Jesús en Jerusalén como Mesías sentado en un asno – Maldice la higuera: "Nunca jamás nadie coma frutos tuyos". – Expulsa a los Mercaderes del Templo – Pedro se admira de que la higuera está seca, y Jesús les responde (en forma un tanto inconexa) que ellos perdonen a quienes les hayan ofendido y confíen en que Dios les perdonará (¿confíen en que no se secarán como la higuera?) – Finalmente "los sumos sacerdotes, letrados y senadores" le preguntan a Jesús con qué autoridad –no con qué razones, sino con qué autoridad- hace estas cosas. Jesús no quiso recargar su espiritualidad con excesivos conceptos, preceptos y ritos.

Elementos irracionales (en el sentido de Otto)

La espiritualidad de Jesús procede de su experiencia mística en el Jordán: Dios como Padre y su propia misión como liberación de los oprimidos. Y subvierte la lógica de la religión y de la ética: los últimos serán los primeros, las prostitutas por delante de los sacerdotes, la revelación a los sencillos más que a los sabios, la misma paga al jornalero de la última hora, el reino de Dios es de los niños.
Jesús vive las dos características que Otto presenta como irracionales, es decir como "una oscura profundidad a la que no hallan paso nuestros conceptos" :

Reconoce la majestad absoluta del Padre. Sólo a Él le corresponde atribuir un puesto en el Reino, y " en lo referente al día aquel o el momento, nadie entiende, ni siquiera los ángeles del cielo ni el Hijo, sólo y únicamente el Padre" (Mt. 24,36). El Padre revela a los sencillos lo que oculta a los sabios y prudentes. Jesús no menciona "la cólera de Dios", frecuente en el Antiguo Testamento, pero describe con crudeza su irritación ante el administrador perdonado que no perdonó a sus deudores, o ante "esos enemigos que no querían que yo fuera su rey; traedlos aquí y degolladlos en mi presencia. Dicho esto, siguió adelante, subiendo a Jerusalén" (Lc 19,27-28).

Expresa el sentimiento de criatura."¿Por qué me llamas bueno? Nadie es bueno, sino sólo Dios" (Lc. 18,19)."Abba, Padre, todas las cosas te son posibles. Aparta de mí este cáliz. Pero no se haga mi voluntad sino la tuya" (Mc. 14,36)."Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado". (Mc. 15,34). Y al morir "gritó muy fuerte: Padre, en tus manos entrego mi espíritu" (Lc. 23,46).

En conclusión, Jesús vivió la espiritualidad del Reino, no una religión concreta. Murió fiel a la espiritualidad del judaísmo, pero rebelde ante la Ley y el Templo. Expresó sus enseñanzas con símbolos, no con conceptos; su único precepto fue el amor, y su único rito la comensalía. Fueron sus discípulos quienes concretaron su espiritualidad en el cristianismo.
En el Reino entran el centurión romano, el furioso geraseno, la mujer cananea, y todos los hombres de buena voluntad, crean lo que crean sobre Dios o los dioses.
El centro de gravedad de las religiones está en el templo: el de Jerusalén, la mezquita, o la basílica de san Pedro en el Vaticano. El centro de gravedad del Reino de Dios está en la calle, en los marginados, en la periferia.

 

Desde el principio existía el proyecto para toda la humanidad.

 

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