Oraciones
para la
eucaristía
DOMINGO
ORDINARIO
3 ciclo B
ANÁFORA
Realmente es justo y obligado que te demos
gracias, Padre santo,
porque te has revelado tal como eres a Jesús
de Nazaret.
Le has descubierto que eres nuestro Padre,
que no eres Dios que se complazca con
sacrificios y sufrimientos,
que lo único que quieres es que nos llevemos
bien como hermanos
y que todos sin excepción seamos felices.
Gracias, Señor, por esa buena noticia que
nos ha legado Jesús.
Gracias, Padre, porque al igual que sus
primeros discípulos
también nosotros nos sentimos movidos a
seguir sus pasos.
Hemos oído su voz, Jesús nos ha llamado por
nuestro nombre
y nos ha pedido que le sigamos.
Por todo eso, unimos nuestras voces a
cuantos a través de la historia
se han esforzado por seguir los pasos de
Jesús
y juntos entonamos en tu honor este himno de
alabanza
Santo, santo…
Es momento de recordar y agradecer
cómo fue convocando Jesús a sus discípulos
para que recorrieran con él el camino que
conduce a ti, Padre Dios.
Siempre fue por delante, dándoles ejemplo de
oración continua,
explicándoles con palabras sencillas
cuál era tu proyecto sobre este mundo,
y viviendo junto a ellos la experiencia
de una vida generosamente volcada hacia los
demás.
El Señor Jesús, la noche en que iban a
entregarlo, cogió un pan,
dio gracias, lo partió y dijo:
«Esto es mi cuerpo, que se entrega por
vosotros;
haced lo mismo en memoria mía».
Después de cenar, hizo igual con la copa,
diciendo:
«Esta copa es la nueva alianza sellada con
mi sangre;
cada vez que bebáis, haced lo mismo en
memoria mía».
Recordando por tanto toda la vida de Jesús,
cómo soportó con entereza la muerte en cruz
y cómo lo acogiste finalmente en tus brazos
como hijo,
te pedimos, Padre santo, que nos envíes tu
espíritu
para que esta pobre comunidad aquí reunida
y todos los que nos consideramos cristianos
nos decidamos a dejar a un lado nuestras
barcas y redes
y siguiendo los pasos de Jesús, colaboremos
contigo
en la inmensa tarea de hacer este mundo mas
humano y más justo.
Acuérdate, Padre, de todos nuestros hermanos
que descansan en paz.
Como Jesús nos enseñó, unidos estrechamente
a él
y con la fuerza de tu espíritu,
queremos invocar tu nombre santo y rendirte
un sincero homenaje
ahora y siempre.
AMËN.
Casiano Floristán
Luís Maldonado
Colecta
Dios, fuente de la vida.
Mira con ojos comprensivos nuestra humana
fragilidad
y renueva el corazón de los aquí reunidos,
para que caminemos siguiendo las huellas de
Jesús.
Ofertorio
Dios, esperanza de los que se arrepienten.
Cuida con bondad a quienes, respondiendo a
tu llamada,
estamos en torno a tu mesa,
y haz que, uniendo nuestros corazones al
ofrecimiento de Cristo,
seamos capaces de ofrecernos a nosotros
mismos.
Postcomunión
Dios, fuente de la alegría.
Alimentados y renovados con la palabra de
Cristo y con el pan de vida,
te pedimos que, como enviados a trabajar en
medio de la vida diaria,
seamos diligentes en la construcción de tu
reino.
José Lerga
Traductor
de las oraciones redactadas en Japón,
siguiendo la reforma
litúrgica del Vaticano II
http://www.telefonica.net/web2/vidaensintonia/tonosorientales.html