TESTIMONIO
Es justo y necesario, es tu deseo, Señor,
que seamos siempre felices,
que la acción de gracias esté continuamente
en nuestros labios.
Nuestro gozo y nuestra alabanza surgen al
descubrir a Jesús,
que trae la buena noticia de un nuevo reino
de justicia y amor.
Ante esa esperanza, garantizada por su
palabra
y por la vida de todos los hombres y mujeres
de buena voluntad,
la comunidad se alegra y desborda de gozo
y con todos los bienaventurados cantamos un
himno a tu gloria.
Santo, santo…
Gracias, Señor, porque has enviado a tantos
testigos tuyos,
que han iluminado nuestra búsqueda.
Ellos no son la luz, pero nos han dado
testimonio de tu luz.
Gracias en fin, Padre, porque nos has
enviado a Jesús de Nazaret,
que es la luz verdadera.
En medio de nosotros está, pero muchos no lo
conocen.
Nosotros mismos tenemos dificultad en
reconocer su rostro en los demás.
Vino a los suyos, pero los suyos no le
recibieron, ni a él ni a su mensaje,
y lo convirtieron en una nueva víctima de la
violencia humana.
Hacemos memoria de tu hijo Jesús, de su vida
y sus anhelos,
poniendo delante de ti su entrega total por
todos nosotros.
El Señor Jesús, la noche en que iban a
entregarlo, cogió un pan,
dio gracias, lo partió y dijo:
«Esto es mi cuerpo, que se entrega por
vosotros;
haced lo mismo en memoria mía».
Después de cenar, hizo igual con la copa,
diciendo:
«Esta copa es la nueva alianza sellada con
mi sangre;
cada vez que bebáis, haced lo mismo en
memoria mía».
Te presentamos también la entrega de todos
los que siguen sus pasos.
Entre todos podemos hacer que su luz inunde
victoriosa sobre la tierra
y su mensaje de vida y libertad sea
aceptado y acogido por todos.
Envía tu espíritu sobre todas las iglesias y
comunidades cristianas,
para que sean reflejo de la luz mesiánica,
nunca pantalla ni obstáculo.
Acuérdate de nuestros hermanos difuntos:
acógelos en el regazo de tu paz. Y mientras
aguardamos en espera paciente, envíanos tu
espíritu,
para transformar nuestro corazón
y aceptar plenamente al Mesías humilde,
hermano de todos.
Y así tú seas glorificado en él y por él,
ahora y siempre.
AMÉN.
Casiano Floristán
Luís Maldonado
Oración colecta
Dios, padre de todos los hombres,
Tú haces brillar la luz en las tinieblas y
cambias la tristeza en gozo.
Derrama en los corazones de los aquí
reunidos
la luz de la fe y de la esperanza,
y llénanos de la alegría de recibir a Cristo
Jesús.
Oración sobre las ofrendas
Padre nuestro, fuente de ternura y amor,
llénanos de tu Espíritu a los que nos
reunimos en torno a tu mesa,
de modo que saboreemos profundamente
el amor de Cristo que está con nosotros.
Oración para después de la comunión
Dios, fuente de la vida,
guía a los que acabas de alimentar en la
mesa de Jesús.
Haz que compartamos con todos la alegría de
ti recibida
y sepamos anunciar al mundo la buena nueva
de Jesús.
Con la reforma litúrgica del Concilio
Vaticano II las antiguas oraciones de la
misa dominical, exceptuadas las
festividades, quedaron totalmente
desconectadas del tema de las nuevas
lecturas. Por eso en Japón la Iglesia
redactó otras oraciones a tono con el tiempo
litúrgico y el mensaje bíblico de cada
domingo. Ocasionalmente me tocó a mí
traducirlas al castellano para uso en las
misas con emigrantes.
José Lerga.
http://www.telefonica.net/web2/vidaensintonia/tonosorientales.html