NATIVIDAD   

                             
                               cristianos siglo veintiuno
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  SALMO A LA ENCARNACIÓN DE DIOS

 

Suenen las trompetas en todos los rincones del cosmos.

Proclamen la gran noticia: Dios ha venido al mundo.

Resuenen hasta temblar las entrañas del universo:

Dios se ha hecho hombre, pobre ser humano.

El Dios grande, terrible, creador y juzgador deje paso,

que ya entra el Dios humanado,

hecho debilidad, carne, acogida y compasión.

Un Dios-hombre conocedor de sudores,

cansancio y desconcierto,

angustias, penas y alegrías.

 

Te adoramos Dios humanado,

Jesús de nuestras vidas.

 

Entonen cantos celestiales los coros angélicos,

suenen todas las cuerdas de los violines del mundo,

porque tenemos un Dios cercano que camina con nosotros

y ama con corazón humano, capacidad infinita

y perdón de madre tierna.

 

Nos gozamos de tener este Dios cercano y amoroso.

 

 

Brinque gozosa y feliz  la realidad entera,

hasta la subpartícula atómica más elemental,

porque todo lo existente ha sido transfigurado.

La materia aspira hacia lo divino

porque Dios ha visitado a la humanidad

y la ha asumido dentro de su Misterio.

Todo tiene ya la marca de lo divino.

Hermanos, nada es profano; todo es sagrado,

y lo más sagrado de la tierra es el ser humano.

 

En ti, Jesús, somos hermanos de todos

y lo asumimos todo

  

Bailen las mozas agarradas a los quarks

en una danza universal y gozosa, fraterna y solidaria,

porque Dios ya recorre la realidad toda

con su dinamismo secreto y profundo,

como el motor impulsor de todos los seres,

igual que el Viento del Espíritu

que nos hincha las velas de todos los sueños.

 

Contigo Señor, soñamos y deseamos hoy

un mundo nuevo

 

Alégrense los pobres y sufrientes,

los oprimidos y las víctimas,

los abandonados y miserables,

porque ya no están solos,

porque Dios se bajó hasta ellos

y puso su morada predilecta en medio de su miseria.

Nos mira a los ojos desde los rostros implorantes

y nos llama benditos cuando la compasión

nos mueve a entregar algo de nosotros mismos.

 

Danos, Señor, compasión solidaria esta Navidad

y todos los días de nuestra vida.

 

Alabado seas mi Señor, cercano, tierno, amoroso

Uno mi voz al universo, la materia y la antimateria,

lo viviente y lo consciente,

para cantarte el Hosanna más universal.

Te adoro desde lo más íntimo del corazón

donde tú anidas y me hablas, quedito a veces, tonante, otras,

de los dolores de este mundo bello

y de los hombres, tus hijos muy queridos

No me pides nada,

imploras mi ayuda a la tarea de tu Espíritu

de llevar a Plenitud tu Encarnación solidaria.

 

Aquí estamos, Jesús amado, ábrenos el corazón

para darte lo mejor de nosotras/os.

 

 

Gracias mil, Señor del Pesebre,

por tu venida continua a nuestras vidas

en los rostros y vicisitudes del mundo,

por tu encarnación diaria y universal,

Navidad perpetua,

regalo impagable de tu búsqueda sin término,

persecución divina del pequeño corazón humano.

 

Danos sensibilidad

para percibir tu presencia misteriosa y real

y abrirte nuestras vidas.

 

 

Te adoramos, Niño divino, secreto máximo del cosmos,

clave velada de su existencia, canción divina del universo,

comunicación al mundo del Dios Trino.

Ahora eres nuestro Hermano,

Primicia de la Creación Plena

y Futuro de nuestro destino.

 

Te alabamos, te adoramos

y te entregamos nuestras vidas.

 

 

 

José María Mardones