CARTA ABIERTA A
JOSÉ
A. PAGOLA
Querido José Antonio:
Después del documento que ha publicado el obispo
de Tarazona, Demetrio Fernández, a propósito de
tu libro Jesús. Aproximación histórica, y
los argumentos que han esgrimido contra ti los
teólogos de la Comisión para la Doctrina de la
Fe, de la Conferencia Episcopal Española, quiero
expresarte, ante todo, mi profunda gratitud y
reconocimiento por el libro que has escrito
sobre Jesús. Un libro en el que, entre otros,
destacan dos méritos que, según creo, es
necesario recordar y destacar:
1) Ante todo, es importante que la gente sepa
que tu libro se ajusta en todo lo que dice a
la fe de la Iglesia y a las exigencias
del Magisterio Eclesiástico.
2) Además, los creyentes deben saber que este
libro hace una presentación muy seria, muy
profunda y bien documentada de lo que Jesús
representa para todos nosotros.
Es, por tanto, un libro que está haciendo y hará
mucho bien a muchas personas, creyentes y no
creyentes. En un tiempo en el que se publican
tantas frivolidades sobre Jesús, resulta
reconfortante y esperanzador que, a los pocos
meses de su publicación, este libro haya
alcanzado un record de ventas, más de 30.000
ejemplares en pocos meses. Este dato pone en
evidencia el interés que despierta la figura y
la memoria de Jesús y su mensaje, cuando esa
memoria y ese mensaje se presentan con seriedad
y ajustándose a la verdad histórica.
Dicho esto, quiero agradecerte también la
respuesta que has dado y has publicado a quienes
te han atacado. Me refiero al obispo de Tarazona
y a sus teólogos colaboradores de la Conferencia
Episcopal Española. En tu respuesta a tales
teólogos, llama la atención la serenidad con que
respondes y, sobre todo, la claridad con que
desenmascaras y pones de manifiesto las
contradicciones sobre las que está montado el
ataque que te han hecho.
Leyendo lo que esos teólogos han escrito y tu
respuesta a ellos, cualquier persona que vea
todo esto desapasionadamente se da cuenta de que
estamos ante un asunto muy serio, incluso muy
grave. Porque lo que en tu respuesta queda
patente es que unos hombres, que hablan en
nombre de la Iglesia y de su Jerarquía, lo hacen
mediante verdades a medias, ocultamientos de lo
que no les interesa, falsedades y mentiras
manifiestas.
Es decir, los teólogos de la Conferencia
Episcopal te han atacado utilizando mentiras
que constituyen difamaciones y calumnias.
Pero sabemos que, en el ordenamiento jurídico
español vigente, la difamación y la calumnia
son delitos castigados por la ley. Y lo más
triste del caso es que los mencionados teólogos
hacen eso con conciencia de impunidad y porque
saben que pueden decir lo que les conviene, lo
que a ti te desprestigia, pero que, a pesar de
todo eso, a ellos no les va a pasar nada.
Por otra parte, sabemos que, según el derecho
eclesiástico, las personas que se ven gravemente
injuriadas y atacadas, como es tu caso, no
tienen medios legales con las debidas garantías
de reconocimiento para defender sus propios
derechos.
Así las cosas, lo más razonable es pensar que ha
llegado la hora de que los católicos nos
defendamos de este tipo de agresiones
recurriendo a la justicia civil que, como
ciudadanos, nos ampara de agresiones de las que
los obispos no nos protegen.
Los hombres de Iglesia, por muy buenas que
(según ellos) sean sus intenciones, no pueden
seguir actuando con la impunidad con que vienen
procediendo desde los lejanos tiempos de la
Inquisición. Si los católicos (concretamente los
teólogos) nos decidiéramos a denunciar ante la
justicia ordinaria a quienes nos difaman y nos
calumnian, es seguro que los que denuncian en
público se cuidarían de ajustarse a la verdad y
medirían muy bien lo que dicen. Si la Iglesia,
como a hijos suyos no nos defiende, apelaremos a
que la justicia ordinaria nos defienda como
ciudadanos que somos.
Con mi felicitación y mis mejores deseos para ti
y para tu producción teológica,
José M. Castillo
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