EVANGELIOS Y COMENTARIOS   

                             
                              

 

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Lucas 21, 5-19

 

 

5 Como algunos hablaban del templo, ponderando la calidad de la piedra y el adorno de los exvotos, dijo:

 

6 - Eso que contempláis llegará un día en que no dejarán piedra sobre piedra que no derriben.

 

7 Entonces le hicieron esta pregunta:

 

- Maestro, ¿cuándo va a ocurrir eso? y ¿cuál será la señal cuando eso esté para suceder?

 

8 Él respondió:

 

- Cuidado con dejarse extraviar, porque van a llegar muchos diciendo en nombre mío “Yo soy” y “El momento está cerca”; no os vayáis tras ellos. 9 Cuando oigáis estruendo de batallas y subversiones, no tengáis pánico, porque eso tiene que suceder primero, pero el fin no será inmediato.

 

10 Entonces dijo a los discípulos:

 

- Se alzará nación contra nación y reino contra reino, 11 habrá grandes terremotos y, en diversos lugares, hambre y epidemias; habrá fenómenos terribles y señales grandes en el cielo. 12 Pero antes de todo eso os perseguirán y os echarán mano, para entregaros a las sinagogas y cárceles y conduciros ante reyes y gobernadores por causa mía. 13 Tendréis en eso una prueba. 14 Ahora, haced el propósito de no preocuparos por vuestra defensa, 15 porque yo os daré palabras tan acertadas que ninguno de vuestros adversarios podrá haceros frente o contradeciros. 16 Hasta vuestros padres y hermanos, parientes y amigos, os entregarán y os harán morir a algunos. 17 Seréis odiados de todos por razón de mi persona, 18 pero no perderéis ni un pelo de la cabeza. 19 Con vuestra constancia conseguiréis la vida.

 

 

Comentarios de Pedro Olalde

 

Este evangelio está escrito en clave apocalíptica, de revelación de lo oculto. Parte de un hecho real de aquel tiempo, que ejerció un gran impacto: la destrucción del templo de Jerusalén, construido mil años antes.

 

Sabemos por la historia que en esta guerra del año 70 contra los romanos, los judíos más fanáticos se encerraron en la ciudad de Jerusalén, esperando una intervención de Dios. Pero su desunión llegó hasta tal punto que se mataban unos a otros. Los que huían de la ciudad, asolada por el hambre, eran detenidos por los romanos y crucificados frente a las murallas. Y al final, cuando entraron los romanos quemando el templo y los palacios, todos los que no fueron degollados, hombres, mujeres y niños, fueron llevados a Roma como esclavos.

 

El evangelista Lucas parte, pues, de este hecho y desde ahí trata de auscultar el futuro. En aquel ambiente religioso, en el que esperaban con ansia la llegada inminente del reino de Dios, hay una gran tendencia a interpretar la destrucción del templo como preludio del fin del mundo.

 

Hoy mismo, asistimos  a este tipo de interpretaciones y anuncios catastrofistas ante determinados hechos significativos. Y todos se han equivocado, porque el fin del mundo todavía no ha llegado. El anuncio de la destrucción de Jerusalén se pone en boca de Jesús. Es un recurso literario, también propio de la apocalíptica, porque Jesús no conoció tal hecho, ya que murió unos 40 años antes.

 

En su evangelio, Lucas insiste en tres momentos, según su peculiar visión de la historia de la salvación:

 

A) Destrucción de Jerusalén.

B) Tiempo de la misión o de la Iglesia.

C) La venida del Hijo del hombre, portador de la plenitud del Reino de Dios.

 

A) Para Lucas, la destrucción de Jerusalén es el fin de toda una época de la historia salvífica, pero no es el signo de la llegada del fin. La comunidad de Lucas, poco a poco, va aceptando el retraso de la parusía o la llegada inminente del Reino de Dios.

 

B) Lucas introduce el tiempo intermedio de la misión o tiempo de la Iglesia, en el que los seguidores de Jesús tienen la hermosa tarea de ser testigos de su resurrección. De este modo, Lucas pone un freno a la corriente de entusiasmo apocalíptico que pierde el contacto con la realidad histórica y cotidiana.

 

Lucas piensa que si Jesús ha vencido a la muerte, el fin hacia el que caminamos es Jesús resucitado, a quien encontramos también, oculto sacramentalmente, en la Iglesia y en el mundo.

 

Así, la finalidad de este discurso de Lucas no es tanto describir los acontecimientos que van a suceder en el futuro, como dar a los creyentes de su comunidad la fuerza y el coraje para que puedan vivir el seguimiento de Jesús, en medio de las pruebas y dificultades, recordándoles el valor del tiempo presente.

 

C) En la parusía o venida del Hijo del hombre se producirá nuestro encuentro definitivo con él. Lucas nos invita a poner todo el énfasis en el presente, vivido a la luz del Señor resucitado. A Lucas le gusta contemplar al Señor resucitado como Salvador, más que Juez, acentuando así su mensaje de liberación.

 

 

Comentarios de Patxi Loidi

 

Estamos terminando el Año Litúrgico. Las lecturas de estos domingos finales y del inicio del Adviento tratan del fin del mundo y el fin del Templo de Jerusalén, mezclando ambos temas.

 

En el mundo judío, durante los dos siglos anteriores a Jesús y el primero después de él, predominó la corriente religiosa y cultural llamada “apocalíptica”. Esta corriente esperaba una acción directa de Dios, que produciría el nacimiento del mundo nuevo tras el final trágico del actual: los malos serían aniquilados, el mundo quedaría purificado y se establecería el Reinado de Dios.

 

Existía la creencia de que, cuando hubiera guerras y revoluciones, el fin del mundo estaría cerca. Y esto se aplicó sobre todo a la destrucción del templo.

 

Los cristianos habían presenciado el fin del Templo de Jerusalén (año 70); y en el clima apocalíptico reinante interpretaron ese hecho como un signo del fin del mundo y de la segunda venida o vuelta del Señor.

 

El evangelio salta de la destrucción del templo al fin del mundo. Era un salto fácil de dar, porque, para un judío piadoso, esa destrucción era inconcebible, era como la llegada del fin del mundo. Pero Lucas da ese salto para todo lo contrario: para negar que el fin del mundo fuera inmediato.

 

En los evangelios quedan rastros de las ideas apocalípticas, pero los evangelistas las retocan: por ejemplo, nunca marcan fechas. Lucas hace más: abandona por completo la creencia en la vuelta próxima del Señor, dejando el fin totalmente indeterminado (21,9).

 

Actualmente han vuelto a resurgir ideas apocalípticas trasnochadas; y algunas “religiones llamadas cristianas” las utilizan para fomentar una curiosidad estúpida y morbosa, que aparta a la gente de la realidad y del compromiso social, y desarrolla actitudes fundamentalistas y reacciona-rias. Realmente están fuera del evangelio.

 

Al corregir los factores negativos de la literatura apocalíptica, el evangelio nos invita a varias cosas: a dejar de lado la curiosidad inútil y morbosa sobre el final del mundo y todo lo que pueda apartarnos de la realidad actual; a aumentar la fe en el triunfo final de Jesús sobre el mal; a estar vigilantes, porque no sabemos el día ni la hora; y vivir con fervor el seguimiento de Jesús. Son cuatro sugerencias estupendas.

 

 

Guía para la oración personal con este pasaje.                             

 

V. 5-6.

Las bellezas religiosas son poco importantes para mí. Los ritos y devociones, igual. Lo importante es Cristo, su evangelio, su eucaristía, sus sacramentos, y el Reino de Dios que él quiere.

 

V. 7-9.

Jesús me invita a dejar de lado la preocupación por el fin del mundo, que es inútil. Y me avisa contra los falsos mesías y contra los anuncios del fin del mundo y otros. Le voy a hacer caso.

 

10-13.

Las señales del fin que da este evangelio son los de la apocalíptica de aquel tiempo. Pero enseguida Jesús me lleva a la realidad: las persecuciones, injusticias y falta de fe de hoy. De esto tengo que preocuparme, no sólo por mí y los míos, sino sobre todo por los pobres. Y de dar testimonio de Jesús, con palabras y con  obras de justicia, en todas partes.

 

V. 14-15.

Jesús no nos dice que no vayamos a juicio, si es preciso, ni contratemos abogados. Eso sería una lectura literalista y fundamentalista. Lo que Jesús quiere es que, en todo y en todas partes, tengamos la sabiduría del Espíritu Santo.

 

V. 16-19.

Avisos de Jesús. Hagamos aplicaciones para hoy:

·         Dificultades con la familia, en casos de vocación, mayor compromiso social, etc. (Los cristianos perseguidos, mayores dificultades)

·         Odio quizá no; pero sí burlas, desprecios, ser mirados como bichos raros, criticados, etc.

·         Ni un cabello. O sea, confianza plena en Dios: muchos actos de confianza; salmos 27-26, etc.

·        Perseverancia. En cualquier dificultad, resistir, perseverar en la unión con Cristo.

 

  

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