EVANGELIOS Y COMENTARIOS     

                             
                              

 

                            

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Lc 24, 46-53

(pinchar cita para leer evangelio)  

 

exaltación y misión

 

 

Nuestra mentalidad tiende inmediatamente a preguntarse ¿qué sucedió? Queremos ante todo saber dónde tuvo lugar este suceso, cuándo sucedió, y qué sucedió exactamente. Y esto es una mala postura previa para la lectura de cualquier texto. La pregunta correcta es "¿qué nos quiere decir el autor con este relato?”

 

Mirándolo desde este punto de vista, los textos son fuertemente coincidentes, mientras que desde nuestra curiosidad por el mero suceso parecen fuertemente divergentes.

 

El mensaje único de todos los textos es simple: Jesús exaltado como Señor encomienda a los discípulos su misión.

 

 

TEMA PRIMERO: LA EXALTACIÓN.

 

Es el tema en que culmina el mensaje de la Resurrección. La Resurrección es presentada siempre como el triunfo sobre la muerte, la liberación del poder del mal. La Ascensión representa la exaltación definitiva, la consagración como Señor. Corresponde, por oposición, a la humillación que representa "despojarse de su condición divina", "hacerse pecado", "humillarse hasta la muerte y muerte de cruz".

 

Es el triunfo último, la proclamación de Jesús Primogénito en quien se revela todo el designio de Dios: su aceptación de la voluntad de salvación del Padre, que pasa por la humillación para llegar a la plenitud.

 

La humillación es presentada con la simbología básica del "descenso": "bajó del cielo", "descendió a los infiernos".... Paralelamente, la exaltación es presentada con la simbología básica del ascenso: "subió a los cielos". Pero esta exaltación no es simplemente la de un hombre. Es la manifestación definitiva del Hijo, y por tanto, es acompañada con los signos acostumbrados de las teofanías: la nube, la voz, los hombres de vestidos resplandecientes, la "situación definitiva" como Rey del Universo, "sentado a la diestra de Dios".

 

Encontramos por lo tanto en estos relatos el último acto de fe de los testigos en Jesús, el hombre lleno del Espíritu, que ha aceptado humillarse hasta la muerte y muerte de cruz por cumplir la voluntad de salvación del Padre, que ahora ocupa "su lugar", el que le corresponde por naturaleza.

 

Pero este simbolismo no termina en Jesús. Jesús es la revelación de Dios, en Él conocemos a Dios; y también la revelación del hombre, en Él conocemos quiénes somos. La Ascensión, como la resurrección y la cruz, se refieren a Jesús como persona y a Jesús como Primogénito, es decir, nos están diciendo también quiénes somos, qué es vivir.

 

La Sagrada Escritura, leída como "EL LIBRO", es un solo libro, con un argumento: El ser humano creado por Dios como Hijo suyo, apartado de su destino por el pecado (Libro del Génesis), ayudado por Dios para recuperar su condición de Hijo, consiguiéndolo finalmente (Resurrección-Ascensión-Apocalipsis). Este es el argumento de la historia humana, que es una Historia Sagrada, la historia de la pelea de Dios contra el pecado de los hombres, la historia de la Liberación, que empieza en el Paraíso como utopía soñada por Dios, y termina en la ciudad de Dios, del Apocalipsis, como sueño cumplido, domo destino de la humanidad, triunfo de Dios.

 

La Ascensión es "colocar a Jesús donde debe estar", y es un acontecimiento profético, el anuncio de nuestra colocación en nuestro sitio, exaltados a la diestra de Dios, porque "aún no se ha manifestado lo que seremos; pero, cuando se manifieste, veremos a Dios cara a cara".

 

Es importante que nos acostumbremos a la lectura de los Evangelios superando nuestra propensión a quedarnos en los hechos físicos sensibles. Lo que importa siempre es el significado de los hechos, y eso es lo que constituye el interés fundamental del Evangelista.

 

En los relatos de la Ascensión nos preocupa mucho desde dónde despegó Jesús hacia los cielos y a dónde fue, pero lo que importa es que mi destino es Dios y Jesús revela la grandeza del ser humano capaz de alcanzar la divinidad.

 

TEMA SEGUNDO: LA MISIÓN

 

El esquema seguido por los evangelistas es un clásico en las "vocaciones de misión” de toda la escritura. Proponemos algunos ejemplos:

 

§      Exodo 3: Dios dice:"Yo soy el Dios de tus padres...Vete, que Yo te envío al Faraón para saques a mi pueblo de Egipto… Yo estaré contigo..."

 

§      Jeremías 1: "Antes de haberte formado te conocía ... Adondequiera que Yo te envíe irás...Yo estoy contigo..."

 

§      Mateo 28: "Se me ha dado todo poder .... Id por todo el mundo  anunciad....Yo estoy con vosotros ..."

 

La Misión aparece como el elemento fundamental de los relatos, que es precisamente lo que recoge el Evangelio de Juan en la aparición a los diez. Recordemos la narración de Juan.

 

          "Jesús se presentó en medio de ellos y les dijo: "Paz a vosotros" Diciendo esto, les mostró las manos y el costado. Los discípulos se llenaron de alegría al ver al Señor. Y les dijo otra vez: "Paz a vosotros. Como el Padre me ha enviado, así os envío yo a vosotros". Dicho esto, sopló sobre ellos y les dijo: "Recibid el Espíritu Santo. A los que perdonéis los pecados.............."

 

Juan presenta por tanto en una sola escena la constancia de la resurrección, la misión, y la infusión del Espíritu. Y, una vez más, comprobamos que el Evangelio de Juan recoge en síntesis lo fundamental del mensaje ya narrado por los demás.

 

 

CONCLUSIONES

 

La Ascensión no es un hecho físico.

 

"Arriba" está la estratosfera, no la residencia de los dioses. Los astronautas no están más cerca de Dios. "Abajo"... ¿En qué dirección? ¿A partir del polo Norte o del Polo Sur?

 

"Descendió a los infiernos" significa lo mismo que "subió a los cielos", es decir, que humillado hasta la muerte y muerte de cruz, vive exaltado por el poder de Dios; que es Señor de la vida y de la muerte, del pasado y del presente. Es buena la simbología, porque nos ayuda a imaginar, cosas que nuestro conocimiento necesita.

 

Pero no es bueno permanecer en la situación mental de los niños que confunden los símbolos con la realidad. Y es bueno recordar que el Cielo no es un lugar sino el encuentro con una Persona.

 

Los evangelistas nos proponen ante todo el resumen final de la fe: la fe en Jesucristo, Dios con nosotros, Salvador, resumen de toda nuestra fe y fundamento de nuestra misión.

 

Y eso es lo que sucedió, que en Jesús, la Palabra que estaba desde siempre en el seno del Padre, puso su tienda entre nosotros, despojándose de su rango, hecho obediente hasta la muerte y muerte de cruz, por lo cual Dios le exaltó y está sentado a la diestra de Dios, dejándonos a nosotros la fuerza de su Espíritu para que llevemos a cabo en el mundo la Misión que su Padre le encomendó. Esa es la realidad, el sentido verdadero de lo que los ojos vieron entonces, y nuestros ojos siguen viendo hoy.

 

A nosotros quizá no nos guste este modo de expresarse. Pero no se trata de que nos guste. Se trata de que la Palabra está siempre encarnada, y de que ésta es la manera de expresarse de aquellos hombres que fueron los que nos comunicaron la Palabra.

 

 

EL  MENSAJE  DE  LA  ASCENSIÓN

 

Hoy se nos invita a inaugurar el "tiempo de espera", que es la vida. Dios "no está". Dios no es una evidencia de los sentidos ni -quizá- de la razón. Pero la vida del hombre no es algo sin sentido. Es un tiempo entre dos presencias: entre Dios y Dios. "¿Qué hacéis ahí mirando al cielo? Volverá".

 

La vida plantea al ser humano el profundo interrogante de su sentido. Religión es hallar el sentido de la vida en Dios. Así, se nos invita a encontrar el sentido de la vida en Jesús, mirando atrás, al presente y adelante.

 

     Mirando atrás, porque Jesús es una realidad en el tiempo: una realidad histórica en la que aquellos hombres supieron ver la presencia de Dios: de eso son testigos los primeros discípulos: de la presencia en Jesús del Espíritu de Dios.

 

Por tanto, se ha manifestado el Espíritu de Dios, se ha dejado ver el sentido de la vida. Así, el cristiano se define como creyente en Jesús: el que acepta que en Jesús se ha manifestado el Espíritu de Dios. La fe en la Ascensión no es aceptar que una persona voló a los cielos. Es aceptar que Jesús es el sentido de todo, la revelación de Dios y del sentido de la existencia: el Señor.

 

     Mirando al presente, porque la aceptación de Jesús es la aceptación de la misión. Todos los textos terminan, de una u otra forma, en la Misión. Para eso se nos manifiesta Jesús. El sentido de la vida de los cristianos es diferente: constituidos en el nuevo pueblo de Dios, han sido elegidos para la misión, para dar a conocer a todos lo que han recibido. Se puede no aceptar la misión. Se puede no ser cristiano. El que acepta, es para convertirse en mensajero de Jesús.

 

     Mirando al futuro: "Volverá". No se trata de la ingenua noción de que un día aparecerá físicamente entre resplandores a pedir cuentas. Está bien como imagen, pero nada más. "Volverá": el mundo que vivimos, aparentemente ausente de Dios, va hacia El. Mi vida va hacia El. La humanidad va hacia El. Nosotros nos esforzamos por provocar el encuentro, cada uno el nuestro, y el de todos si es posible. Todos nuestros símbolos no son capaces más que de deformar lo que será el encuentro. Nadie puede describir, pintar, imaginar, simbolizar, a Dios. Nosotros solemos simbolizar la venida con luces, rayos, terremotos... cuando Jesús habló de Dios habló de pastores, médicos, viejecitas, sembradores, pescadores... Eso sí que lo entendemos.

 

          En resumen:

Creo en Jesucristo, el Señor,

Revelación de Dios y del sentido de la vida:

acepto la vida como misión recibida de El,

para que todos los hombres le conozcan y salven su vida.

Espero mi plenitud, y la de todas las cosas, en Él.

 

 

José Enrique Galarreta

 

 

SALMO   63  y  117

 

              Es un poema en el que se reconoce nuestra necesidad de Dios y se desea ardientemente su presencia y su gracia, y que sea conocido por todos.

 

Oh Dios, Tú eres mi Dios, a Ti te busco.

Mi alma tiene sed de Ti,

por Ti se estremece mi carne,

tierra seca, agrietada, sin agua.

 

Mejor es tu amor que la vida.

Mis labios cantarán tu alabanza.

Yo quiero bendecirte mientras viva

y levantar mis manos a tu Nombre.

 

Acostado en mi lecho, pienso en Ti

en Ti medito cuando velo en la noche,

en Ti, que fuiste mi auxilio,

y me alegro a la sombra de tus alas.

Mi alma se cobija junto a Ti

y tu diestra me sirve de apoyo.

 

Alabad al Señor, todos los pueblos,

que le bendigan todas las naciones,

porque es fuerte su amor para con todos,

porque su verdad es para siempre.

 

 

 

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