APRENDIENDO A ORAR    

                             
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ORAR REPITIENDO

UNA PALABRA O FRASE BREVE

 

 

Quiero proponeros una oración sencilla y muy profunda: la de orar repitiendo muchas veces en el corazón, una frase o una palabra.

 

Se trata de repetir pensando una frase o palabra y, más que pensar, en saborear, recrear, descubrir el contenido profundo de esa frase o palabra. Por eso decía, que esta oración consiste en repetir muchas veces la frase en el corazón.

 

Es una oración muy clásica y conocida. En el fondo, se trata de la oración de jaculatorias, repetir una frase muchas veces.

 

Pero no contabilizando las veces que lo hago y con eso quedar contento, sino repitiéndola a nuestro propio paso y ritmo, deteniéndonos a ratos, guardando silencio, dejándola reposar en el corazón, sin palabras ni pensamiento, para que vaya calentando el corazón e iluminándolo.

 

Hoy este tipo de oración ha sido puesto de actualidad a través de la sensibilidad “oriental” que nos recomienda el uso de un mantra, palabra, frase y aún sonido, para centrarnos en el Misterio sin pensar.

 

En la historia de la espiritualidad hay una frase famosa que ha dado origen a toda una tradición. Es la de Jesús. Repetir y repetir este nombre, Jesús, Jesús… lentamente, suavemente, hasta que quede más que incrustado en nuestra vida y nuestro centro vital, en todo nuestro ser.

 

El peregrino ruso, una especie de monje y maestro espiritual de la tradición rusa, hacia descansar en esta oración del nombre de Jesús, casi su entera oración.

 

La experiencia dice que si hacemos durante varias semanas y aún meses este tipo de oración, notaremos cómo la palabra o la frase que elijamos brota cada vez más a menudo en nuestro corazón, estemos donde estemos, en el trabajo, en el autobús,…Y se adapta a nuestro ritmo de vida y hasta de respiración..

 

La palabra Jesús, o la frase Dios es amor... o enséñame a amar, a orar, etc. es como un estribillo, como una canción, que me acompaña continuamente y llegará el día, dice el peregrino y lo puede verificar cualquiera que lo practique, que, de pronto, se va llenando de más luz, sentido y va iluminando nuestro ser entero produciendo gozo.

 

Y diremos: ¡ahora lo entiendo! O, realmente Jesús es mi vida, mi razón de ser, mi salvación entera. Todo mi ser sabe que lo que dice la frase o sugiere la palabra es así y lo puedo proclamar a gritos o guardarlo en silencio como un tesoro. Entonces la oración me transforma y desearía que todos supieran lo que yo sé.

 

Y la historia no termina aquí. Esta oración es inacabable. Pues, tras algunos meses más, o años, repitiendo y gustando a fondo esa frase u otras, vuelve a ocurrir que de nuevo ves cómo se ilumina y te ilumina. Salta el gozo y la alegría profunda. Y podremos decir: creía saber lo que era Dios o Jesús, etc. pero, ahora lo sé mejor. Aquello fue el inicio de un camino que no tiene fin. Puedo seguir profundizando y profundizando sin agotar jamás su contenido.

 

La alegría, la iluminación entra dentro del Misterio de Dios que es inagotable, inacabable y fuente de una transformación sin término.

 

Esta oración tiene la ventaja de ser muy sencilla. De poderse hacer siempre y en cualquier momento. Y de ir caminando, suave y lentamente hacia la oración sin palabras ni pensamientos, con el corazón. Hecha de muchos silencios, de saborear las cosas, de apuntar hacia Aquel que nos quiere.

 

 

 

Piensa en su nombre

 

Di Jesús

Piensa en El

No te avergüences

Di su nombre

Di Jesús

Cristo

Di Jesús

Cristo

No te avergüences

Cristo

Otra vez, Cristo

Di Jesús

Cristo

Piensa en El

Cristo

No te avergüences

Di Jesús

¡Jesucristo!, ¡Jesucristo!, ¡Jesucristo!

 

 

Canción de Mincy-Shanklin-Coe

Gritos y plegarias, 85

 

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