EVANGELIOS Y COMENTARIOS   

                             
                              

 

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Lc  4, 21-30

(pinchar cita para leer evangelio)

 

La primera oposición que sufre Jesús

viene de su pueblo

 

 

CONTEXTO

 

Recordemos lo que hemos leído el domingo pasado. Jesús llega a la sinagoga de su pueblo y lee un trozo del profeta Isaías; pero cuando llega al pasaje  "el año de gracia del Señor ", corta la lectura sin leer lo que sigue en el texto, que dice: "y el día de la venganza de nuestro Dios". Este corte es la clave para entender todo lo que pasa a continuación. Los oyentes conocían perfectamente el texto y muestran su disconformidad con la mutilación que hace Jesús.

 

Los judíos de aquel tiempo, lo que esperaban de Dios era una salvación del pueblo judío pero a costa de todos los demás. Lo que propone Jesús es una liberación para todos. Esto era inaceptable para un judío.

 

EXPLICACIÓN

 

Hemos leído: “todos le daban su aprobación y se admiraban...”. Pero hay una traducción alternativa:

 

·         El verbo griego (martyreo) = dar testimonio, que en la versión oficial se traduce por “dar su aprobación”, cuando está construido con dativo, significa “testimoniar en contra”.

 

·         Por otra parte, (thaumazo) = Admirarse, significa también extrañarse, es decir, una admiración negativa.

 

Entonces la traducción sería: “todos se declaraban en contra, extrañados del discurso sobre la gracia (para todos) que salía de sus labios”.

 

Así cobra pleno sentido la respuesta de Jesús, que de otro modo, parece que inicia él la gresca provocando al personal. Jesús lo único que hace es responder a la agresividad.

 

La importancia de suprimir la última frase del texto de Isaías, queda más clara con la explicación que da hoy Jesús. Tiene que rectificar el texto de Isaías, pero menciona a otros dos profetas que avalan esa aparente mutilación. Elías y Eliseo son ejemplos de cómo actúa Dios con relación a los no judíos.

 

Para entenderlo hoy, podíamos decir que Elías atendió a una viuda libanesa y Eliseo a un general sirio. ¡Qué poco han cambiado las cosas! La viuda de Sarepta y Naamán el sirio fueron atendidos por los profetas porque confiaron en ellos, aunque no formaban parte del pueblo elegido.

 

El evangelista quiere subrayar que este argumento contundente, no sólo no les convence, sino todo lo contrario, provoca la ira de sus vecinos porque se sienten agredidos cuando les echa en cara su ceguera.

 

Este mismo relato en Mateo y Marcos no hace alusión a los dos profetas, lo cual nos hace sospechar que no es originario de Jesús. Los primeros cristianos se esforzaron por hacer ver que Jesús era una continuación del Antiguo Testamento; por eso aprovechan cualquier resquicio para demostrar que en Jesús “se cumplen las Escrituras”.

 

Creo que Jesús no necesitó el apoyo de la Escritura para justificar su manera de actuar y su predicación. El mismo evangelista no está convencido de esa continuidad cuando nos está diciendo que Jesús no fue fiel al texto de Isaías, al leerlo de una manera parcial.

 

¿No es éste el hijo de José? La única razón que dan los de su pueblo para rechazar las pretensiones de Jesús, es que no es más que uno del pueblo, conocido de todos.

 

A mí me parece muy importante este planteamiento por parte del evangelista. La grandeza de Jesús está en que, siendo uno de tantos, fue capaz de descubrir lo que Dios esperaba de él. Jesús no es un extraterrestre que trae de otro mundo poderes especiales, sino un ser humano que saca de lo hondo de su ser lo que Dios ha puesto en todos los seres. Habla de lo que encontró dentro de sí mismo y nos invita a descubrir en nosotros lo mismo que él descubrió.

 

La primera oposición que sufre Jesús en este evangelio, no viene de los sumos sacerdotes ni de los escribas o fariseos, sino del pueblo sencillo. Sus paisanos ven que no va a responder a sus expectativas del judaísmo oficial, y se enfadan. Cualquier visión que vaya más allá de los intereses del gueto, (familia, pueblo, nación, etc.) será interpretada como traición a la institución. Las instituciones tienen como primer objetivo la defensa de unos intereses frente a los intereses de los demás. Incluso nuestra manera de entender el ecumenismo, responde a esta dinámica completamente ajena al evangelio.

 

Los de su pueblo no pueden aceptar un mesianismo para todos. Ellos esperaban un Mesías poderoso que les iba a librar de la opresión de los romanos y a solucionar todos los problemas materiales. Si Jesús se presenta como tal liberador, ellos tenían que ser los primeros beneficiarios de ese poder. Al darse cuenta de que no va a ser así, arremeten contra él con toda su alma. El odio es siempre consecuencia de un amor deseado, pero imposible.

 

Jesús vuelve a echar mano del AT para demostrar que los profetas ya habían manifestado esa actitud de Dios a favor de extranjeros en apuros. Quiere decir que su mensaje no es contrario ni ajeno a la Escritura y que las pretensiones de los de su pueblo son una mala interpretación de la misma.

 

APLICACIÓN

 

El Dios de Jesús es Amor incondicional, total. No puede tener privilegios con nadie, porque ama a todos infinitamente. Dios no nos ama por lo que somos o por lo que hacemos. Dios nos ama por lo que Él es. Dios ama igual al pobre y al rico, al blanco y al negro, al cristiano y al musulmán, a la prostituta y a la monja de clausura, a Teresa de Calcuta y a Ben Laden...

 

En algún momento de esta escala progresiva nos patinarán las neuronas, es más de lo que podemos aguantar. Nos pasa lo que a los paisanos de Jesús. Mientras sigamos pensando que Dios me ama porque soy bueno, nadie nos convencerá de que debemos amar al que no lo es. Si llego a descubrir que Dios me ama sin merecerlo, y a pesar de lo que soy, tal vez podríamos entrar en la dinámica del amor que Jesús predicó.

 

Jesús viene a anunciar una salvación de todas las opresiones. Su salvación no va contra nadie, sino a favor de todos. Ahora bien, no debemos ser ingenuos, lo que es buena noticia para los oprimidos, es mala noticia para los que se empeñan en seguir oprimiendo. De ahí que, en tiempo de Jesús, y en todos los tiempos, los que gozan de privilegios, se opongan, con uñas y dientes, a esa práctica liberadora.

 

Con el evangelio en la mano, no caben medias tientas. Si no estamos dispuestos a liberar a los oprimidos, somos opresores. Ahora bien, todos somos oprimidos en alguna medida, y todos oprimimos a los demás, también en alguna medida. Nuestra dirección debe ser: oprimir cada vez menos y ayudar cada vez más a los demás a liberarse de cualquier opresión.

 

El lema de un cristiano debe ser: ni oprimir ni dejarse oprimir. Jesús nos da hoy un ejemplo de libertad sin límites. No se amilana ni cede un ápice ante la oposición de sus paisanos.

 

La propuesta de un Dios Padre-Madre para todos es para él, irrenunciable. Cualquier otro dios es un ídolo que hay que rechazar porque en vez de liberar esclaviza; aunque pueda ser muy útil para los que pretendan seguir esclavizando en su nombre. Esa utilidad es engañosa, porque aprovecharse de otro en beneficio propio nunca puede ser positivo ni liberador para el opresor.

 

Para entender la dinámica del evangelio tenemos que hacer un esfuerzo por comprender que el opresor no hace mal porque daña al oprimido, sino que hace mal porque se hace daño a sí mismo. El que explota a otro le priva de unos bienes que pueden ser vitales, pero lo grave es que él mismo se está deteriorando como ser humano. El daño que hace, le afecta al otro en lo accidental. El daño que se hace a sí mismo, le afecta en su esencia.

 

El daño que hago a una persona, incluso cuando le quito lo que creemos más preciado, que es la vida física, no es nada comparado con el daño que me hago a mí mismo deshumanizándome. El que muere por mi culpa puede morir repleto de humanidad, pero yo, al ser la causa de la muerte del otro, me hundo en la más absoluta miseria. Sólo una ignorancia profunda me puede llevar a hacerme tanto daño a mí mismo.

 

Es difícil convencernos de que aprovecharse de otro ser humano es destrozarse a sí mismo como ser humano. Esta incapacidad de convicción es la primera consecuencia de nuestra falta de vivencia interior. Los razonamientos no sirven de nada a este nivel. Lo “razonable” será siempre defender tu individualismo aunque sea a costa de los demás.

 

La capacidad de razonar no ha cambiado la dirección de egoísmo sino que la ha potenciado. Sólo el que ha descubierto su verdadero ser y vive en él, puede ayudar a otro  a descubrir lo que significa ser hombre. Y sólo descubriendo al verdadero ser humano, estaremos en condiciones de crecer en verdadera humanidad. Todo ser humano busca su plenitud, pero la buscamos potenciando el “ego”, y esa táctica es completamente equivocada.

 

¿Hemos caído en la cuenta de que lo único que puede garantizar mi religiosi­dad, es el servicio a los demás? ¿Nos hemos parado a pensar que sin amor no soy nada? Ahora bien, el único amor del que podemos hablar es el amor a los demás. Sin éste, el amor que creemos tener  a Dios, es una falacia.

 

La única pregunta a la que debo contestar es esta. ¿Amo? Sin amor, todos los ritos, todas las ceremonias, todas las oraciones, todos los sacrificios, todas las normas cumplidas, no sirven de nada. Toda nuestra vida cristiana se convertirá en un absurdo si tenemos que concluir que no hemos llegado al verdadero amor.

 

 

Meditación-contemplación

 

 

“Pero Jesús se abrió paso entre ellos y se alejaba”.

Jesús libre entre una multitud enfurecida.

¿Cómo es posible? ¿Dónde está la clave?

Su experiencia interior. (Yo y el Padre somos uno)

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Tú también puedes alcanzar esa paz total.

Nunca la alcanzarás si la buscas en el exterior.

Si llegas al centro de tu ser, descubrirás la armonía en la unidad.

 La conciencia de esa unidad,

es la máxima experiencia de un ser humano.

 

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Todo conflicto nace del exterior.

Nuestra individualidad nos hace tropezar con otras individualidades.

Ese yo que consideras tan consistente, es un montaje de tu mente.

No hay “yo” ni “tú”. Todos somos uno en el UNO.

 

 

Fray Marcos

 

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